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A través de esta carta abierta, los abajo firmantes queremos dar un paso al frente, asumiendo nuestra responsabilidad ciudadana en un acto simbólico que hoy nos une, desprovistos de posiciones ideológicas, sociales, políticas, o económicas.
Queremos expresar nuestra preocupación ante la crucial coyuntura que atraviesa el país en la búsqueda de una Guatemala libre de impunidad.
En el año 2015 el país inició un proceso de transformación que la sociedad en su conjunto hizo suyo, y que fue posible gracias al papel combinado que han jugado el Ministerio Público a partir de la designación de Thelma Aldana como Fiscal General, y la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) desde el nombramiento del Comisionado Iván Velásquez.
Casi tres años después, hemos comenzado a ver los primeros resultados en la lucha contra la impunidad, contra la corrupción que la alimenta y que nos afecta a todos, en todo momento, y en todos nuestros derechos fundamentales como guatemaltecos: el derecho a la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la persona.
Para que este proceso avance consistentemente y enfrentemos el riesgo de perder todos los logros alcanzados, los ciudadanos debemos ser protagonistas también, acompañando el proceso de elección del próximo Fiscal General y Jefe del Ministerio Público, para que se asegure su continuidad.
Por lo tanto, nos comprometemos a asumir los esfuerzos ciudadanos de una sociedad en la que tienen cabida ciudadanos diversos que, sin matices ni excusas, estemos dispuestos a asumir y defender la lucha contra la corrupción como lo hicimos en el año 2015, a apoyar públicamente la continuidad de los esfuerzos de Thelma Aldana al frente del Ministerio Público y de Iván Velásquez liderando la CICIG, por lo menos hasta septiembre de 2019, a velar por un proceso de relevo idóneo en la elección del próximo Fiscal General, y a reconocer el respaldo que ha dado la comunidad internacional, particularmente a través del G-13, cuyo acompañamiento seguirá siendo valorado y apreciado.
Vivir sin corrupción pasa también por un cambio de actitud personal y por el compromiso de hacer las cosas diferentes, promoviendo unidad y cohesión con los demás para lograrlo.
Si erradicamos la corrupción podremos empezar a construir un verdadero estado de derecho basado en la cultura de legalidad, que fomente la transparencia, elimine la impunidad, y rescate la institucionalidad democrática y efectiva en nuestro país.
Explicación:
Espero y te ayude