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La periodista chocoana investigadora de nuestro folclor vallenato, Mary Rut Mosquera, me invitó a su programa radial para conocer mi opinión sobre la gastronomía en el vallenato, con tan buena suerte que pasaron por allí y llegaron el fotógrafo escritor y además columnista de este diario Jacob Solano y el poeta Santander Durán Escalona, el cual llegó con su obra literaria que es un tratado sobre la parranda vallenata que permiten valorar la urgente necesidad de preservarla. Una vez terminada la promoción del trabajo de Santander, entre los cuatro abordamos el asunto de la gastronomía bajo los ítems: “El ocaso de La yuca”.
El debate giró más hacia a la “comida de monte” que a todas las invasiones de gusto al paladar que hemos tenido. Jacobo como emigrante colombiano en Italia Durante muchos años giró hacia a la necesidad de generar cultura gastronómica reinventándonos, aprovechando la creatividad de nuestros cocineros, Santander le jaló a sus recuerdos de infancia, yo me ubiqué por supuesto y sin dudarlo en la cordillera Oriental, llamada el Perijá y en nuestra región la Sierra Montaña de Villanueva, Sierra Negra, Las Mezas, La Candelaria, La Culebrera, etc. etc. Y de allí saqué mis ases debajo de la manga: El bollito de mazorca biche con gallina guisada, la malanga cocida con guiso de gallina para variar; por supuesto tenía que mencionar el almuerzo himno municipal de Villanueva, el arroz con fideo y queso arrallao (rallado) por encima con un dominico amarillo asado, sopa de hueso con tuétano y un crimen si no lleva malanga para espesar, nada de papas señores, dominico verde y arracacha con cebollín serrano y un aguacate masúu (masudo), variedad verde o morado, en mi época no se servía jugo de esa vaina, vino después como una innovación y se quedó.
El desayuno inmancable casi que todo el pegue de la sierra: arepa de queso con carne molida, guisada o asada, hígado guisado con cebollín, cebolla y ajo, dos arepas por supuesto, claro que si eran de las de ‘Mama Señora’, mi abuela, con una sola; parecían unas llantas de Wolsvagen, estas llevan aguacate maduro y preferiblemente la peleada “agua de maíz”.
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