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1.- Basura y medio ambiente. Génesis del problema.
La basura es el conjunto de los desperdicios que resulta del medio urbano, y, más en concreto, del medio doméstico, y existe desde el comienzo de la especie humana, como saben bien los arqueólogos. Por extensión, se llama «basura» a los demás residuos, y cuando el término resulta demasiado particular, se emplea el de «desechos» para designar los excedentes de las actividades de la especie humana.
La palabra «basura» viene de la deformación del latín versura, forma que la mayoría no vincula a vertere (verter), sino a verrere (barrer, limpiar). Sería en origen pues lo que hay que barrer y limpiar, y con el sufijo -ura (como en cultura y escultura), el resultado de la acción de barrer. El verbo verrere se asocia con una raíz indoeuropea *wers- (arrastrar, confundir, mezclar), que también estaría presente en la palabra guerra[1].
ecología[5]. La naturaleza registra el fallo de su falta de potencia, de fuerza o de firmeza, como su in-firmitas, como su “enfermedad”, como una alteración de su modo de ser habitual y constante, una alteración desagradable, a veces insoportable y pavorosa, que amenaza numerosas formas de vida. El exceso de desechos produce simultáneamente un cambio en el medio ambiente y un cambio climático.
Los cuatro grandes ámbitos en los que se producen las alarmas sociales
La escasez de recursos naturales, el incremento de la demanda, de la producción y del consumo, experimentados al ritmo de la explosión demográfica del siglo XX, puede agruparse de un modo perceptible en los grandes campos siguientes.
1.- Los productos agrícolas del suelo cultivable. Esta escasez de la tierra la detecta y la formula Malthus en el siglo XIX, y es retomada en 1968 en las propuestas del club de Roma de crecimiento cero[6].
2.- El agua. Las crisis de los recursos hídricos registradas por la FAO (Food and Agriculture Organization), a partir de los años 60[7], alertan sobre la situación de las reservas de agua y de los residuos hídricos urbanos e industriales en los siglos XX y XXI[8].
3.- El aire. Las crisis de la polución atmosférica en las grandes concentraciones urbanas, son registradas y advertidas a partir de los 80 por la por la Organización Mundial de la Salud (OMS)[9].
4.- Los combustibles y en general, la energía. En este campo la crisis es producida por la decisión de los países árabes de no exportar más petróleo a los países que habían apoyado a Israel durante la guerra de Yom Kipur en octubre de 1973[10]. Este embargo, acordado en el seno de la OPEP, se levanta en marzo de 1974, y da lugar a un cambio de estrategias y a un control riguroso del consumo mundial de petróleo[11].
La posibilidad de la autodestrucción
cold war
Guerra fría(Infografía)
La guerra fría había dado lugar, en la década de los 80, a la carrera armamentística de los misiles nucleares, a la llamada “guerra de las galaxias”, con la posibilidad de una destrucción violenta de la humanidad y del planeta mediante tales armas, y el cambio climático le añadía la posibilidad de una destrucción pacífica, pero destrucción también.
La alarma que habían despertado los cálculos y las proyecciones de Malthus a mediados del siglo XIX, sobre la demanda de alimento por parte de la población humana y la oferta por parte del planeta en tierra cultivable, se reproduce en la segunda mitad del siglo XX, pero ahora también en relación con el agua, el aire y el fuego. Entonces, buena parte de los organismos internacionales que se crean o se remodelan después de la segunda guerra mundial, especialmente la Organización de las Naciones Unidas, se configuran para afrontar las posibilidades de una autodestrucción violenta y una autodestrucción pacífica.
No se trata solamente del ajuste entre el volumen de la especie humana y el volumen de alimento que el planeta puede proporcionar. Porque desde mediados del siglo XX, después de la tercera revolución industrial, la especie humana no solamente utiliza como recursos para sobrevivir los productos de la tierra, los productos agropecuarios, sino la totalidad de los recursos del planeta.
Las posibilidades próximas de autodestrucción y la tercera revolución industrial[12], ponen de manifiesto que el marco de referencia estable y constante al que se remitía la acción humana desde el nacimiento de la agricultura en el neolítico, que era la naturaleza, se ha dejado atrás, y que la acción humana no puede recurrir a un criterio exterior a ella misma para dictaminar sobre la corrección de sus actividades, procesos y proyectos.
La conciencia de la posibilidad de autodestrucción se hace global, y también la de que los criterios para la decisión ya no son externos sino internos a la acción misma, y que en ella hay que encontrar lo que es bueno y justo para la polis. El problema del medio ambiente es una llamada a la reflexión.