• Asignatura: Castellano
  • Autor: angielanekitakawaii
  • hace 3 años

alguien ayuda por favor
sacarle un resumen con tus propias palabras y sacarles 3 ideas principales
El radar de los murciélagos – Esther Fleisacher
Frente al balcón de mi apartamento, donde vivo hace más de diez años, hay un
almendro siempre frondoso con hojas que empiezan verdes, se vuelven amarillas,
pasan a rojo y, ya en el piso o encima de los carros, terminan de un café-marchito,
y cuando esto sucede el árbol ya está otra vez colmado de hojas verde-nuevo. El
almendro frente a mi balcón hace de percha de murciélagos que en la noche giran
y piruetean en el parqueadero. Y yo agradezco estar adentro porque no me gustaría
que uno se chocara conmigo, pero no se chocan porque tienen algo que se asemeja
a un radar, es decir, se orientan por medio de la ecolocación; o más bien los radares
se asemejan a lo que los murciélagos han tenido desde siempre, desde antes de
ser descubiertos-inventados estos aparatos.
Nunca ningún vecino ha pedido que exterminen o erradiquen a los murciélagos, a
diferencia de la queja por los gatos que rompen las bolsas de leche que ponen los
ronderos en la madrugada en el piso delante de la puerta de cada apartamento; y
nadie, antes de irse a la cama, acoge el pedido de la administración de poner en el
rellano el recipiente con tapa para que la leche y el queso queden a salvo de gatos.
Dicen que las rompen. No lo sé, no compro lácteos. Pero alguien, que se quejó o
no se quejó, tomó la solución en sus manos y envenenó a los gatos. Ya no los veo
desde la ventana de mi estudio correr o dormitar libres en el barranco verde de
hierba alta.
Pero una noche a un murciélago le falló el radar, y a pesar de las luces encendidas
irrumpió en mi apartamento cuando celebrábamos el grado de Renata, mi sobrina.
Algo no concuerda, se supone que estos mamíferos alados huyen de la luz. Y me
entró ese miedo irreprimible de que se chocara contra las paredes o la ventana
cerrada, donde la última vez un pájaro que entró por el balcón no pudo salir al verde
que prometía el ventanal y quedó inerte en el piso del comedor. Y las lágrimas se
me salieron porque me pareció triste que la tórtola feliz en su vuelo fuera engañada
por la transparencia del vidrio. Y cuando el murciélago que chillaba y chillaba daba
vueltas por la sala, el comedor y la cocina, yo repetía para adentro “que no, que no
se vaya a chocar, que no se vaya a morir, que no soporto los cuerpos que no
respiran”. Y apagamos todas las luces a ver si el radar le funcionaba y se iba. Pero
no, seguía dando tumbos y chillando, no con el ímpetu del pájaro, por fortuna; pero
sí dejando sus rastros en las paredes: ¿orines, vómito? Y abrimos la puerta del
balcón de par en par para que encontrara más fácil la salida con radar o sin él.
Finalmente, mi amiga Pilar, la única que no perdió la calma, le ayudó a salir.
Amparada detrás de la puerta, no vi cómo lo guio a la noche abierta.
Desde entonces, pienso que quisiera escribir un poema que como una oración pida
que el radar de los murciélagos sea perfecto, que los pájaros no se dejen engañar
por la transparencia de los vidrios y que los vecinos que odian a los gatos miren al
cielo y logren descubrir las formas de las nubes.

Respuestas

Respuesta dada por: theaidangallagher
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El radar de los murciélagos – Esther Fleisacher

Frente al balcón de mi apartamento, donde vivo hace bastante más de 10 años, hay un

pasan a rojo y, ya en el piso o encima de los coches, terminan de un café-marchito,

almendro ante mi balcón hace de percha de murciélagos que en la noche giran

a un radar, o sea, se orientan mediante la ecolocación; o más bien los radares

se asemejan a eso que los murciélagos tuvieron a partir de constantemente, a partir de anterior a

ser descubiertos-inventados dichos instrumentos.

Jamás ningún vecino ha pedido que exterminen o erradiquen a los murciélagos, a

ronderos en la madrugada en el piso delante de la puerta de cada apartamento; y

hierba alta.

Sin embargo una noche a un murciélago le fracasó el radar, y pese a las luces encendidas

irrumpió en mi apartamento una vez que celebrábamos el nivel de Renata, mi sobrina.

cerrada, donde la última vez un pájaro que entró por el balcón no ha podido salir al verde

Y apagamos cada una de las luces a ver si el radar le funcionaba y se iba.

balcón de par en par para que encontrara más simple la salida con radar o sin él.

Amparada detrás de la puerta, no vi cómo lo guio a la noche abierta.

que el radar de los murciélagos sea perfecto, que los pájaros n

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