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2
Era la espingarda del gaznápiro: un escopetón más viejo y remendado que el de Chisto, que había hecho una de las suyas.
Ahí está ese gaznápiro--decía don Bernardino,--espiando lo que no le importa; ¡y pensar que con media palabra mía, podía quitarme semejante estorbo!
Ya estoy llorando... Siéntate ahí, gaznápiro... ¡Qué bonito chaleco traes! ¡
La del cenador, la noche aquella en que tres amigos de usted se estrellaron contra una mesita de hierro... --¿Qué otra cosa puede esperarse de gaznápiros como Dechard y De Gautet?
Ahí está ese gaznápiro--decía don Bernardino,--espiando lo que no le importa; ¡y pensar que con media palabra mía, podía quitarme semejante estorbo!
Ya estoy llorando... Siéntate ahí, gaznápiro... ¡Qué bonito chaleco traes! ¡
La del cenador, la noche aquella en que tres amigos de usted se estrellaron contra una mesita de hierro... --¿Qué otra cosa puede esperarse de gaznápiros como Dechard y De Gautet?
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