El Rey y el mercader.
Había una vez un comerciante muy rico. Vivía en un palacio y tenía muchísimos criados. Vestía traje de terciopelo y cuando salía a la calle montado a caballo, iba rodeado de muchos soldados que lo custodiaban.
Todo esto lo supo el rey del país, el cual ordenó que trajeran a su presencia al rico mercader.
El comerciante llegó al palacio real en compañía de cincuenta soldados.
—¿Cómo es eso? —dijo el rey—. Tienes muchos criados y tu casa es mejor que la mía.
—Señor —respondió el comerciante—, todo el dinero que gasto es mío.
—Sí, pero no está bien que vivas mejor que yo —dijo el monarca—.
Has cometido un delito y lo pagarás con tu cabeza.
—Señor —lagrimeó el comerciante, ¿y he de morir sólo por eso?
—Morirás —dijo el rey—, a menos que contestes tres preguntas que te haré.
Las preguntas son: ¿Dónde está el centro de la tierra? ¿Cuánto tiempo se tarda en dar una vuelta alrededor del mundo? ¿En qué estoy pensando ahora?
El infeliz comerciante se llenó de miedo porque sabía que no podría contestar las preguntas.
—Señor —preguntó—, ¿me da Vuestra Majestad tiempo para contestar?
—Tienes seis semanas —dijo el rey—. Ni una más.
El comerciante buscó por todo el país quien pudiera contestar a las preguntas, pero todo el mundo se reía de él. Al fin, al pasar por una choza, se encontró con un pastor de ovejas.
—¿Qué se dice del rey? —preguntó el pastor.
—Malas noticias —respondió el comerciante. Y le contó lo que le había sucedido.
—Ánimo —dijo el pastor—, llévame al palacio y no perderás la cabeza.
Dame tu capa de terciopelo y haz que me acompañen tus soldados.
El pastor, cubierto con la capa del comerciante, llegó a la presencia del rey.
—Vengo dispuesto a contestarle —dijo el pastor.
El rey sonrió.
—Bien —dijo—, ¿dónde está el centro de la tierra?
—Aquí —dijo el pastor dando con el pie en el suelo—. Si no lo cree, puede empezar a cavar y convencerse.
—Bien contestado —dijo el rey—. Ahora contesta la segunda pregunta:
¿Cuánto tiempo se tarda para dar una vuelta alrededor del mundo?
—Eso es muy fácil —respondió el pastor—. Si Vuestra Majestad se levanta con el sol y sigue con él hasta la mañana siguiente, dará la vuelta al mundo en un solo día.
El rey se echó a reír.
—Nunca pensé que contestaras tan aprisa. Y ahora la tercera pregunta: ¿En qué estoy pensando?
—Vuestra Majestad está pensando en que soy un rico comerciante, cuando en realidad soy un pastor. Y al decir esto, se quitó la capa de terciopelo.
El rey se rió mucho.
—Eres más sabio que el comerciante —dijo—. A él le perdonaré la vida y haré que a ti te den un saco de dinero.
Cuento árabe
(adaptación de Armida de la Vara)
UN GUION TERATRAL DOY CORONA
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n,o n,o u,u
Explicación:
no seeeeeee
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