Respuestas
Respuesta:
El primer concepto que nos provoca cierto escozor cuando tratamos,
en general, el tema de la ética es el de aplicación, trátese de cualquier
tipo de ética. Ahora bien, ¿por qué decimos que la ética cívica es una
ética aplicada? ¿Acaso no compete a toda ética, por su propia
naturaleza, ser aplicada? ¿En qué sentido debemos entender
específicamente el concepto de aplicación?
Iniciemos esta reflexión señalando que una de las cuestiones
acuciantes, a la vez que problemática, para la ética, como filosofía
práctica, es su carácter de aplicación: orientador de la conducta
humana. Porque, por una parte, nos preguntamos qué sentido tiene la
ética si no es una guía práctica sobre los dilemas de la vida moral y,
por otra parte, ¿cómo no usurpar la función propia de la moral, que
tiene por misión orientar de manera inmediata la vida moral? En
principio, estamos convencidos de que no podemos hacer de la ética
una moral más. Lo cual nos exige, necesariamente, conocer la
naturaleza y tarea de la ética, lo mismo que de la moral. Situación que
trata ampliamente Adela Cortina en sus obras Ética mínima y Ética sin
moral. Lo mismo hace Aranguren en la primera parte de su obra Ética.
Sin embargo, para partir de una idea elemental acerca de la
problemática que se nos presenta de la relación y separación entre
ética y moral, Cortina arriba a la siguiente conclusión, que será de
alguna manera la que marcará el hilo conductor para este trabajo:
“…la ética aplicada no puede ser una moral más, no hay ninguna ética
aceptada por todos, y los distintos ámbitos de aplicación presentan
peculiaridades ineliminables” (Cortina, 1997b: 167). De donde
podemos inferir que la moral se ocupa de ofrecer algunas soluciones
eminentemente prácticas a los problemas morales de la vida cotidiana;
en cambio, la ética, como una práctica reflexiva de esa vida moral
Explicación:
espero que te ayude dame coronita plis