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La mayoría de las exposiciones exhiben objetos, apoyados por ideas y conceptos desarrollados en textos, esperando que el visitante se integre, relacione y asimile los contenidos. Pero estos cinco modelos no se contemplan siempre en el diseño de las exposiciones, ya que usualmente se valora sólo una o dos de estas dimensiones como necesarias para que dicha exposición tenga éxito. Si bien los cinco enfoques no se excluyen unos a otros, lo cierto es que toman diferentes direcciones. Enfatizar objetos, por ejemplo, obliga necesariamente a dejar al margen todo aquello que pudiera distraernos de ese enfoque, como pueden ser los textos abundantes o los videos llamativos.
En general, los museos tienden a favorecer un modelo conceptual frente al resto. En otras palabras, prevalece uno de los modelos. Los museos de arte suelen producir exposiciones que favorecen el primer modelo (exhibición), ya que la exposición de arte es generalmente vista como una presentación al público de objetos prominentes. Los museos de historia favorecen generalmente la idea de la exposición como comunicador de ideas sobre el pasado. La exposición como actividad del visitante es un estándar en los centros de ciencia actuales, donde se enfatiza la interactividad. La exposición como ambiente es familiar en zoos contemporáneos y museos de historia natural, donde los entornos inmersivos imitan o recuerdan hábitats naturales. Del quinto modelo hablaremos más adelante.