• Asignatura: Castellano
  • Autor: danasoret42
  • hace 3 años

según el cuento "el petirrojo" como fue creado el mundo​

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Respuesta dada por: Anónimo
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Era en el tiempo en que Nuestro Señor creó no sólo el cielo y la tierra, sino también todos los animales y plantas, a los cuales dio nombre al mismo tiempo.

De aquella época podrían contarse muchas historias, y si todas se conocieran se nos aclararían muchas cosas del mundo, que ahora no podemos comprender.

Sucedió un día que hallándose Nuestro Señor en el Paraíso, pintando los pájaros, se le agotaron los colores de la paleta, de modo que el jilguero hubiese quedado incoloro de no darse la casualidad de que el buen Dios no había limpiado aún todos sus pinceles.

Fue también entonces cuando Dios dotó al asno de unas largas orejas, por su dificultad en retener su nombre. Lo olvidó apenas hubo dado unos pasos por las vegas del Paraíso, y tres veces viose obligado a volver a preguntar cuál era su nombre. Así es que Dios, un poquito impaciente, lo tomó por ambas orejas, y le dijo:

—Tu nombre es: burro, burro, burro.

Y mientras así hablaba fue estirando las orejas del asno, de modo que éstas fueron creciendo a fin de que oyera mejor y no olvidase lo que se le decía.

El mismo día tuvo que imponer un castigo a la abeja. Apenas fue creada ésta comenzó a acumular miel. Y cuando el hombre y los animales percibieron su aroma delicado acudieron para probarla. Pero la abeja quiso guardarla toda para sí y echaba a todos los que se acercaban al panal, a fuerza de picarles con su venenoso aguijón. Viéndolo Dios, llamó inmediatamente a la abeja para imponerle un castigo.

—Te he dotado de la facultad de acumular miel —dijo Nuestro Señor—, que es el producto más dulce de la creación; pero no te he concedido el derecho de ser dura con tus prójimos. Así, pues, no olvides que toda abeja, que pique a alguien que quiera probar su miel, expiará con la vida la picadura.

Sí; esto sucedió el día en que el grillo se tornó ciego y la hormiga perdió sus alitas. ¡Sucedieron tantas cosas curiosas aquel día!

Dios lo pasó sentado, majestuoso y amable en su trono, crea que te crea, animándolo todo con su hálito, y hacia el fin de la tarde se le ocurrió crear todavía un pequeño pajarillo gris.

—¡Te llamarás petirrojo! —dijo Dios al pajarillo, cuando lo tuvo terminado. Y colocándole sobre la palma de la mano, lo dejó volar.

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