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Respuesta:
El Caballero Carmelo, un cuento criollo modernista y algo postmodernista
I
Un día, después del desayuno, cuando el sol empezaba a calentar, vimos aparecer, desde la reja, en el fondo de la plazoleta, un jinete en bellísimo caballo de paso, pañuelo al cuello que agitaba el viento, sampedrano pellón de sedosa cabellera negra, y henchida alforja, que picaba espuelas en dirección a la casa.
Reconocímosle. Era el hermano mayor, que años corridos, volvía. Salimos atropelladamente gritando:
–¡Roberto, Roberto!
Entró el viajero al empedrado patio donde el ñorbo y la campanilla enredábanse en las columnas como venas en un brazo, y descendió en los de todos nosotros. ¡Cómo se regocijaba mi madre! Tocábalo, acariciaba su tostada piel, encontrábalo viejo, triste, delgado. Con su ropa empolvada aún, Roberto recorría las habitaciones rodeados de nosotros; fue a su cuarto, pasó al comedor, vio los objetos que se habían comprado durante su ausencia, y llegó al jardín.
–¿Y la higuerilla? –dijo.
Buscaba entristecido aquel árbol cuya semilla sembrara él mismo antes de partir. Reímos todos:
–¡Bajo la higuerilla estás!…
El modernismo, al menos en la literatura, no en otras expresiones artísticos, se inició a comienzos del XX. En esencia, los relatos del modernismo se caracterizan por romper de forma rotunda con lo tradicional, a menudo a través de la introspección y la consciencia del propio ser.
En este contexto, los relatos modernistas buscaron nuevas formas de representación y expresión para un variado abanico de tendencias, y en especial como forma de transferir al lector las sensibilidades propias de la época.
A continuación compartimos todos los relatos del modernismo en la biblioteca de El Espejo Gótico.