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Por: Felipe Motoa Franco
La Fundación Click nació con una pregunta: ¿por qué las empresas botan computadores que aún son útiles? Eso se cuestionó Álex Cortés, tecnólogo en sistemas que trabajaba en una entidad con esta práctica.
Al salir de ella, con la voluntad de hacer algo por evitar ese derroche. De esta manera se animó a crear una organización para darles uso a todos esos elementos que sus dueños consideran retrógrados. Así fundó Click, la cual constituyó junto con Ángel David Flórez, ingeniero ambiental con similares inquietudes.
“A los computadores les daban un martillazo solo porque eran ‘obsoletos’ . Pero estos funcionaban, y muy bien, pero los dueños ya querían tener la nueva versión”, recuerda Álex, con un asomo de preocupación. “Toda la gente tiene un aparato de estos para botar y vimos que ahí había un potencial educativo”.
La iniciativa tuvo su primera sede en la casa de Cortés. ¿Cómo enfocarían la misión? Tocarían las puertas de empresas, conjuntos habitacionales y amigos para pedirles esos aparatos que iban a arrojar. Si recogían equipos con partes dañadas, esperarían a conseguir nueva ‘basura’ que trajera los repuestos necesarios.
Las tareas empezaban con evaluaciones a lo que fuera llegando al incipiente inventario, para saber si se requería buscar un disco duro, soldar una board averiada, conseguir una memoria o cuadrar una pantalla. Todo era, igual que hoy, una cuestión de esperar.
“Entre todos ensamblamos, hacemos injertos y montamos. Es interesante porque nos salen retos, de por qué un equipo no reproduce video o un sonido, por ejemplo; y casi siempre los resolvemos”, expone el tecnólogo, cuya fundación ahora cuenta con un tercer integrante: Paola Reinoso.
Apenas dejan los computadores en operación, los entregan a fundaciones de bajos recursos económicos, jardines infantiles con poco acceso a la tecnología y a familias con niños en formación que sueñan con uno de estos dispositivos.
Cuando vieron que la casa de Álex resultaba estrecha, golpearon a las puertas de la Fundación Juan Bosco Obrero, barrio Alto Perdomo (Ciudad Bolívar). Allí, el sacerdote Jaime García les tendió la mano para conseguir una bodega con un precio accesible.
A la idea de recoger computadores para rearmarlos, Cortés le agregó un componente formativo. Entonces tomó forma un taller de enseñanza para mantenimiento de computadores, de 36 horas de duración en 16 sábados seguidos, que les imparte a muchachos con el interés de adquirir un conocimiento que les ayude a conseguir recursos.
“Me gusta el trabajo voluntario, pues además aprendí con ellos cómo es el arreglo de los computadores. Después de que tienes la idea de qué va en cada parte del computador, el trabajo se hace más entretenido”, expresa Paola, quien fue de las primeras en beneficiarse con los talleres y después se unió a Click.
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