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REFLEXIÓN SOBRE LA PASCUA
¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo?” (Lucas 24,5).
En la fiesta de la Pascua celebramos la vida; Jesucristo con sus enseñanzas, muerte y resurrección
nos muestra el camino para alcanzar una vida plena y fecunda. Pero ¿qué significa esto?
En estos días, se celebró el misterio pascual de Cristo, es decir, su pasión, muerte y resurrección.
Con Cristo la pascua adquiere otro significado, ya no es una mera celebración de un acontecimiento
pasado; sino que se convierte en algo más trascendental y con carácter actual: EL MISTERIO DE
NUESTRA FE.
Recordamos cómo el Pueblo de Israel pasó de la esclavitud a la libertad, saliendo de Egipto hasta
llegar a la Tierra Prometida, celebramos el paso de Jesús de la muerte a la resurrección, de acuerdo
a esto nos preguntamos: ¿qué significa esto para cada uno de nosotros? ¿Cómo podemos aplicarlo
en nuestra vida personal, familiar y social? ¿Qué actitudes y hábitos nuestros “matan” y cuáles dan
vida?
Cristo murió por mí, por mis culpas, por mis pecados presentes, pasados y futuros; en el sacrificio de
Cristo no existe únicamente el perdón, sino también la reconciliación definitiva con Dios, pero lo más
grande del misterio pascual de Cristo no solo es el perdón de mis faltas, sino la esperanza de la
eternidad que puedo alcanzar mediante su gloriosa resurrección. Entonces por el misterio pascual de
Jesús no solo alcanzó PERDÓN, sino también VIDA.
Hoy, todos tenemos la libertad para elegir y decidir qué actitud vamos a tomar ante las circunstancias
que se nos presentan, algunos abren nuevos caminos y buscan otras opciones, construyen con un
espíritu generoso, dejando de lado las mezquindades, las discordias, los malos entendidos, elijen el
perdón y la reconciliación, aprendiendo del pasado para construir en el presente un futuro más digno.
Este año, una vez más, se nos ofrece la oportunidad de elevarnos por encima de nuestras pequeñeces
para elegir una vida más plena y fecunda en Jesucristo; para algunas personas será una Pascua más
que llegará y pasará sin mucho significado; para otras, será una época de meditación, reflexión y
agradecimiento.
Recordemos que el pueblo hebreo celebra las Pascuas en conmemoración de la víspera del éxodo
en busca de la Tierra prometida y para los cristianos, la Pascua es el paso de Cristo de la muerte a la
vida.
Tanto para los judíos como para los cristianos, la Pascua es una celebración, y se festeja desde sus
orígenes, con una comida celebrada en familia. Antiguamente para los judíos el rito fundamental de
la Pascua era la cena en familia o en camaradería a base de cordero, pan ázimo y salsa roja, se
conmemoraba la liberación de la servidumbre de Egipto, la alegría por la libertad adquirida y la espera
de la venida “el paso de Dios” para salvar a su pueblo de la esclavitud y llevarlo a la libertad. (Éxodo
12 y Deuteronomio 16). Para los cristianos la palabra pascua, equivale a la fiesta de la Pascua, a la
cena pascual y al cordero pascual, según quién relate la historia.
Hoy se interpreta que la última cena de Jesús fue un banquete, con los gestos del ritual judío de la
comida, “bendición del pan” y “acción de gracias” por el vino. Comió con los pobres en la mesa de los
pescadores y cenó diariamente con sus discípulos.
En otras palabras, sin olvidar los rituales litúrgicos, la Pascua es un tiempo para compartir la comida
alrededor de la mesa familiar, seguir la tradición religiosa y estar bien espiritualmente.
Para terminar, recordemos que Dios está entre nosotros y que nos ama, por nosotros entregó la vida
de su hijo, quien venció a la muerte y el pecado y siempre estará presente.
¡Felices Pascuas!
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