Has un cuento corto sobre el día del árbol, día del idioma y la salud. Si no lo saben no respondan porfa.
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EL DIA DEL ARBOL
Matías, se había despertado antes de que sonase el despertador, lo cual era muy extraño, pues era tan dormilón como una marmota. Así que sin ninguna pereza se vistió de explorador, hizo su cama, se puso las botas y bajo a la cocina para desayunar.
La mamá y el papá de Matías, que estaban preparando el desayuno, cuando vieron aparecer a Matías por la puerta, se quedaron muy sorprendidos… «Buenos días hijo, ¿que te ha pasado hoy? ¿Cómo has conseguido levantarte sin que te llamemos nosotros?!», le dijo su padre.
«Pues que me he despertado antes de que sonara el despertador, ya no tenía sueño.», respondió Matías a su padre.
Cuentos infantiles - el dia del arbol
Para Matías hoy era un día muy especial, era el día del árbol, y como símbolo por el respeto a la naturaleza, habían comprado un árbol pequeño para plantarlo en el campo. Así que después del desayuno, se pusieron en marcha. Cogieron las herramientas necesarias para plantar el árbol, un azadón, guantes y una regadera con agua. Al llegar al campo, Matías se quedó con la boca abierta, pues no eran los únicos que habían tenido la idea de plantar un árbol, había muchísimos más niños con sus padres plantando árboles y poniéndoles un cartel con la fecha y el nombre del niño que lo había plantado.
Matías se puso triste al ver que su idea no era nueva, y que muchas más personas también la habían tenido.
DÍA DEL IDIOMA
no se man ese si no se que poner, pero si encuentro la pongo :v
DIÁ DE LA SALUD
Hace muchos, muchos años, todas las personas estaban fuertes y sanas. Hacían comidas muy variadas, y les encantaban la fruta, las verduras y el pescado; diariamente hacian ejercicio y disfrutaban de lo lindo saltando y jugando. La tierra era el lugar más sano que se podía imaginar, y se notaba en la vida de la gente y de los niños, que estaban llenas de alegría y buen humor. Todo aquello enfadaba terriblemente a las brujas negras, quienes sólo pensaban en hacer el mal y fastidiar a todo el mundo.
La peor de todas las brujas, la malvada Caramala, tuvo las más terrible de las ideas: entre todas unirían sus poderes para inventar una poción que quitase las ganas de vivir tan alegremente. Todas las brujas se juntaron en el bosque de los pantanos y colaboraron para hacer aquel maligno hechizo. Y era tan poderoso y necesitaban tanta energía para hacerlo, que cuando una de las brujas se equivocó en una sola palabra, hubo una explosión tan grande que hizo desaparecer el bosque entero.
La explosión convirtió a todas aquellas malignas brujas en seres tan pequeñitos y minúsculos como un microbio, dejándolas atrapadas en el líquido verde de un pequeño frasco de cristal que quedó perdido entre los pantanos. Allí estuvieron encerradas durante cientos de años, hasta que un niño encontró el frasco con la poción, y creyendo que se trataba de un refresco, se la bebió entera. Las microscópicas y malvadas brujas aprovecharon la ocasión y aunque eran tan pequeñas que no podían hacer ningún daño, pronto aprendieron a cambiar los gustos del niño para perjudicarle. En pocos días, sus pellizquitos en la lengua y la boca consiguieron que el niño ya no quisiera comer las ricas verduras, la fruta o el pescado; y que sólo sintiera ganas de comer helados, pizzas, hamburguesas y golosinas. Y los mordisquitos en todo el cuerpo consiguieron que dejara de parecerle divertidísimo correr y jugar con los amigos por el campo y sólo sientiera que todas aquellas cosas le cansaban, así que prefería quedarse en casa sentado o tumbado.
Así su vida se fue haciendo más aburrida, comenzó a sentirse enfermo, y poco después ya no tenía ilusión por nada; ¡la maligna poción había funcionado!. Y lo pero de todo, las brujas aprendieron a saltar de una persona a otra, como los virus, y consiguieron que el malvado efecto de la poción se convirtiera en la más contagiosa de las enfermedades, la de la mala vida.
Tuvo que pasar algún tiempo para que el doctor Sanis Saludakis, ayudado de su microscopio, descubriera las brujitas que causaban la enfermedad. No hubo vacuna ni jarabe que pudiera acabar con ellas, pero el buen doctor descubrió que las brujitas no soportaban la alegría y el buen humor, y que precisamente la mejor cura era esforzarse en tener una vida muy sana, alegre y feliz. En una persona sana, las brujas aprovechaban cualquier estornudo para huir a toda velocidad.
Desde entonces, sus mejores recetas no eran pastillas ni inyecciones, sino un poquitín de esfuerzo para comer verduras, frutas y pescados, y para hacer un poco de ejercicio. Y cuantos pasaban por su consulta y le hacían caso, terminaban curándose totalmente de la enfermedad de la mala vida.