Respuestas
Respuesta:
Los hechos y los desacuerdos fácticos juegan un rol preponderante en la democracia. Presento la situación en que una democracia funciona manipulando hechos. Y describo cómo esa situación produce una transformación en la capacidad de presentar y procesar los desacuerdos fácticos.
Explicación:
El] problema del futuro de la democracia sigue siendo la democracia (...)” sentenció el profesor Dahrendorf (2003: 81) ante una pregunta similar a la que aquí nos comparten los editores en la convocatoria para este dossier. Si el problema de la democracia (y su futuro) es ella misma, no carece de relevancia volver una y otra vez sobre la dimensión política de aquella, a la vez que imaginar posibles escenarios futuros siempre más democráticos, sin embargo esos senderos no son excluyentes con aquel que se propone observar los funcionamientos de la democracia. En este sentido, mi propósito aquí consiste en reflexionar sobre algunos asuntos relacionados con el rol que juegan los hechos en los funcionamientos democráticos. En particular me interesa indagar si resulta posible que una democracia manipule y termine ocultando hechos.
Esta preocupación por el rol que juegan los hechos en la democracia no es nueva, se inserta en una larga tradición de pensamiento que ha pasado por diferentes discusiones: la relación entre verdad y política, conocimiento y poder, doxa frente a episteme, entre otros múltiples nodos de reflexión.2 Estas son aguas muy profundas que observo aquí a la distancia y por prudencia me sitúo en una orilla un tanto más segura. Para el objetivo que aquí me trazo resulta suficiente suscribir la idea de que en las democracias hay un nivel epistémico que cumple un rol fundamental para su funcionamiento.3
No me resulta necesario tomar posición sobre lo epistémico en cuanto “valor” con la finalidad de justificar la democracia por sobre otros regímenes de gobierno, ni sobre los actos autoritativos de la democracia (Estlund, 2011). Aquí me sitúo en el nivel epistémico en cuanto mecanismo que está disponible en una democracia y no en el nivel de cómo lo epistémico podría ser utilizado para justificar los motivos o razones que tienen los ciudadanos para preferir la democracia frente a otras formas de gobierno.4 Por tanto, no requiero aceptar o rechazar la afirmación que sostiene que la democracia es un régimen de gobierno que produce buenas decisiones autoritativas,5 ya que mi interés en este trabajo consiste en mostrar (exploratoriamente) que la diferencia democrática entre las democracias puede deberse, entre otras cosas, a la capacidad ciudadana e institucional para lidiar con los desacuerdos fácticos, es decir, en la existencia de diferentes “mecanismos” epistémicos disponibles.6 Por tanto, preguntarse sobre cómo funcionan los desacuerdos fácticos en las democracias es una forma complementaria a la cuestión de qué tan razonablemente bien está decidiendo una democracia cuando produce democracia. Para desarrollar mis ideas parto de tres premisas: i) los hechos cumplen un papel fundamental en la elaboración de las políticas,7 ii) así como los ciudadanos tienen disputas doxásticas, también mantienen desacuerdos fácticos,8 y finalmente iii) aunque los ciudadanos tienen mucho que aportar en los desacuerdos fácticos el papel de los expertos adquiere un rol preponderante en el procesamiento de aquellos.
espero que te sirva
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