• Asignatura: Historia
  • Autor: zuluagaximena6
  • hace 3 años

En qué consistió la teoría del Génesis por debajo del barrio​

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Respuesta dada por: yharold05acosta
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Respuesta:

Después de reseñar las circunstancias que precedieron a la redacción de El origen de las especies, analizo la estructura de la obra distinguiendo tres conjuntos de capítulos: aquellos en los que Darwin presenta lo que caracterizaré como el silogismo fundamental de su largo argumento; aquellos en donde responde posibles objeciones a sus tesis; y aquellos en donde se desarrollan las consecuencias de su teoría y se destaca su poder explicativo. Finalmente, examinaré las razones por las cuales esta última parte de la obra, centrada sobre todo en la teoría de la filiación común, tuvo una mejor acogida, y un impacto más inmediato, que aquella consagrada a la propia teoría de la selección natural.

Sabemos, sin embargo, que en 1842 y 1844, Darwin (1996a [1842], 1996b [1844]) había llegado a redactar dos versiones bastante aproximadas de su teoría definitiva; pero a éstas le faltaba una pieza fundamental: la explicación de la razón por la cual el mecanismo de selección natural producía la diversificación, y no sólo la modificación, de las formas biológicas (cf. Darwin, F., 1892, p. 43). Darwin sólo pudo resolver esa dificultad en los años posteriores a 1852 (cf. Glick & Kohn, 1996, p. 128); y fue animado por esa comprensión de lo que él llamo principio de divergencia (cf. Darwin, 1996c [1856], p.130; Kohn, 2009, p. 87) que, en 1856, atendiendo a las recomendaciones de Joseph Hooker y Charles Lyell, se puso a escribir un libro titulado La selección natural (Huxley & Kettlewell, 1985, p. 125).

La redacción de esa obra, sin embargo, se vio interrumpida en inicios de junio de 1858 cuando Darwin recibió aquella célebre y sorprendente carta que Alfred Russell Wallace le enviaba desde el archipiélago malayo (cf. Darwin, 1859, p. 2; Darwin, F., 1892, p. 43). En la misma, como se recordará, ese joven naturalista, con el que Darwin ya tenía contacto epistolar (cf. Bizzo, 2002, p. 173) y cuyo artículo "Sobre la ley que ha regulado la introducción de nuevas especies" (Wallace, 1891 [1855]) le era conocido (cf. Porter & Graham, 1993, p. 86), sometía a su consideración una breve pero sólida exposición (cf. Wallace, 2003 [1855]) de, prácticamente, la misma teoría en la que él trabajaba desde 1844 (cf. Glick & Kohn, 1996, p. 336-7). Esto, como sabemos, puso a Darwin ante una situación muy difícil de resolver. Su prioridad en la formulación de la teoría de la selección natural estaba amenazada por un trabajo, aun inédito, que un colega le estaba confiando como él también lo había hecho con Hooker en 1847 y Asa Gray en 1857 enviándoles sendos resúmenes de su teoría (cf. Porter & Graham, 1993, p. 87); y fue abrumado por ese irónico castigo a su exceso de celo en la preparación de la obra en la que daría a conocer sus tesis, que Darwin apeló a los consejos, y al auxilio, de Hooker y Lyell (cf. Howard, 1982, p. 6).

Estos le recomendaron una presentación conjunta del ensayo de Wallace y de los esbozos de la teoría que él ya había enviado a Hooker y a Gray (cf. Darwin, 1993 [1858]); y dicha presentación, con la explícita anuencia de todos los implicados, fue realizada en una sesión de la Linnean Society ocurrida el primero de julio de 1858 (cf. Darwin, F., 1892, p. 43; Porter & Graham, 1993, p. 87). Allí, ni Darwin, ni Wallace, que se encontraba demasiado lejos, estuvieron presentes; y fueron Lyell y Hooker los responsables de la lectura de todos los escritos. De ese modo, y sin opacar la originalidad de Wallace, Darwin consiguió salvar con cierta dignidad sus pretensiones de prioridad (cf. Peckham, 1959, p. 12); pero, al mismo tiempo se vio finalmente obligado a tener que responder públicamente por las tesis que tan abruptamente habían salido a la luz. Después de años de preparación, éstas tuvieron que ser dadas a conocer en escritos que no eran más que meros borradores destinados a ser leídos sólo por colegas de confianza; y ahora se hacía necesario presentarlas de una forma más acabada. Por eso, Darwin suspendió la redacción de su libro definitivo sobre la selección natural, y se dispuso a escribir lo que sería, según él, sólo un resumen (cf. Darwin, 1859, p. 2) de esa obra mayor que, finalmente y quizá felizmente, nunca llegó a escribir (cf. Huxley & Kettlewell, 1985, p. 125).

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