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Durante el siglo XVI muchos religiosos, políticos y pensadores intentaron provocar un gran cambio en la Iglesia Católica en Europa Occidental. A este movimiento se le llamó posteriormente Reforma Protestante.
En el siglo XVI tuvo lugar una gran crisis en la Iglesia Católica en Europa Occidental debido a numerosos problemas de corrupción eclesiástica y falta de creencia religiosa. Lo que hizo estallar la crisis fue la venta de indulgencias para llevar a cabo la construcción de la Basílica de San Pedro en Roma, que provocó que la cristiandad occidental se dividiese en dos, una liderada por la Iglesia Católica Romana, sujetándose por completo al dominio del Papa, y otra mitad que fundó varias comunidades eclesiales propias, para rechazar la herencia cristiana medieval y buscar la restauración del cristianismo primitivo. Esto dividió Europa entre una serie de países que reconocían al Papa, como único jefe de la Iglesia Católica, y los países que rechazaban las intenciones de Roma y que recibieron el nombre de protestantes. Esta división provocó una serie de guerras religiosas en Europa.
La Reforma protestante comenzó en Alemania debido, principalmente, a las condiciones económicas y sociales que tenía el Sacro Imperio Romano Germánico. Numerosas ciudades gracias al comercio eran muy ricas, además los burgueses estaban a favor del humanismo y de reformar la corrupción en la Iglesia Católica. Pero el grupo más importante en Alemania era la alta nobleza; siempre estaban conspirando contra la autoridad del emperador germánico, que casi no tenía poder sobre ellos. Pero junto a la alta nobleza había una pequeña nobleza constituida por los nobles más pobres y los segundones de las grandes casas nobiliarias. A principios del siglo XVI, esta pequeña nobleza estaba en la ruina y para recuperar sus ingresos, los pequeños nobles buscaban una oportunidad para hacerse con los bienes y las improductivas tierras de la Iglesia Católica. La pequeña nobleza aprovechó las ideas de los humanistas, que criticaban las excesivas riquezas de la Iglesia Católica, para proclamar que ella no necesitaba propiedades e intentar quedarse con sus riquezas. Por esta razón, la pequeña nobleza será la primera en apoyar y aprovechar las revoluciones reformadoras.
El fundador de la Reforma protestante fue el monje católico agustino alemán Martín Lutero, quien en 1507 ingresa en la orden religiosa de los agustinos.
En el convento católico, Lutero siguió con sus estudios y se convirtió en un experto en la Biblia y en los escritores cristianos medievales; llegó a ser un doctor universitario y lo contrataron para dar clases en la universidad de Wittenberg, que entonces era la capital del ducado de Sajonia. A partir del renacimiento que vivió el Sacro Imperio Romano Germánico desde que Otón I el Grande se convirtiera en emperador germánico en el 962, los papas y emperadores se vieron involucrados en una continua lucha por el poder en los asuntos celestiales y terrenales. Este conflicto concluyó con la victoria del Papado, pero creó profundas diferencias entre Roma y el Imperio Germánico, que aumentaron durante los siglos XIV y XV. El descontento provocado por los impuestos papales y por la sumisión a los delegados pontificios se extendió a otras zonas de Europa. En Inglaterra, el principio del movimiento empezó con la promulgación de los estatutos de Mortmain (1279), Provisors (1351) y Praemunire (1393), que redujeron, en gran medida, el poder de la Iglesia Católica en el control del gobierno sobre las tierras, en el nombramiento de cargos eclesiásticos y en el ejercicio de la autoridad judicial.
En el siglo XVI tuvo lugar una gran crisis en la Iglesia Católica en Europa Occidental debido a numerosos problemas de corrupción eclesiástica y falta de creencia religiosa. Lo que hizo estallar la crisis fue la venta de indulgencias para llevar a cabo la construcción de la Basílica de San Pedro en Roma, que provocó que la cristiandad occidental se dividiese en dos, una liderada por la Iglesia Católica Romana, sujetándose por completo al dominio del Papa, y otra mitad que fundó varias comunidades eclesiales propias, para rechazar la herencia cristiana medieval y buscar la restauración del cristianismo primitivo. Esto dividió Europa entre una serie de países que reconocían al Papa, como único jefe de la Iglesia Católica, y los países que rechazaban las intenciones de Roma y que recibieron el nombre de protestantes. Esta división provocó una serie de guerras religiosas en Europa.
La Reforma protestante comenzó en Alemania debido, principalmente, a las condiciones económicas y sociales que tenía el Sacro Imperio Romano Germánico. Numerosas ciudades gracias al comercio eran muy ricas, además los burgueses estaban a favor del humanismo y de reformar la corrupción en la Iglesia Católica. Pero el grupo más importante en Alemania era la alta nobleza; siempre estaban conspirando contra la autoridad del emperador germánico, que casi no tenía poder sobre ellos. Pero junto a la alta nobleza había una pequeña nobleza constituida por los nobles más pobres y los segundones de las grandes casas nobiliarias. A principios del siglo XVI, esta pequeña nobleza estaba en la ruina y para recuperar sus ingresos, los pequeños nobles buscaban una oportunidad para hacerse con los bienes y las improductivas tierras de la Iglesia Católica. La pequeña nobleza aprovechó las ideas de los humanistas, que criticaban las excesivas riquezas de la Iglesia Católica, para proclamar que ella no necesitaba propiedades e intentar quedarse con sus riquezas. Por esta razón, la pequeña nobleza será la primera en apoyar y aprovechar las revoluciones reformadoras