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El vendedor navegaba el río Vinces comerciando con la gente que vivía alrededor, desde lejos anunciaba a través de su caracola, que había llegado para vender sus productos, era una persona caritativa que le fiaba a la gente que no tenía como pagarle de inmediato, además poseía buena memoria ya que se acordaba al detalle de lo que le debían.
Vendía a una hacienda conocida como "El Tesoro" que se hallaba localizada en las riveras del Vinces, donde llegó a conocer a una muchacha porteña llamada Perpetua de la que se enamoró y cada noche cuando el volvía en su canoa sonaba su caracola para ella.
Un día pudo hablar con Perpetua y desde aquella ocasión, ella, todas las tardes lo esperaba con la excusa de comprarle algo; así pasaron los días, las semanas y los meses hasta que Samuel decidió pedir la mano de la chica a su tío quien era el dueño de la hacienda.
Perpetua, enamorada del joven aceptó y luego de pasar por varias vicisitudes se pudo realizar el matrimonio; en el río Vinces ha seguido sonando la caracola de Samuel Morales, pero ahora su canto es más alegre, porque en su hogar lo espera la mujer dueña de su corazón y junto a ella su primer hijo, quienes lo motivan para seguir prosperando sin que ello afecte su ganas de seguir ayudando a sus clientes más desfavorecidos.
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