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La Era del Guano, también llamada La República del Guano, fue una época de la historia republicana del Perú entre la década de 1840 y la de 1870 durante la cual la exportación del guano de las islas de la costa transformaron la economía y la política nacional.
Se considera su inicio en 1845, con el primer gobierno del general Ramón Castilla.
El Estado peruano era el dueño de los depósitos de guano de las islas del litoral y el primer interesado en sacarle provecho a este recurso natural. Para lograr este objetivo buscó asociarse con el capital privado, peruano y extranjero. De esta manera, el Estado aportaba el recurso y los empresarios privados el capital necesario.
Fue el comerciante peruano Francisco Quirós el primero en asociarse con el Estado. En 1841 firmó un contrato de arrendamiento por el que tenía los derechos de explotación a cambio de pagar tan sólo 10 mil soles al año. El Estado se benefició al principio pues esta cantidad de dinero era importante para incrementar su presupuesto y la primera plata que ingresaba por la venta de este recurso. Sin embargo, el incremento del precio que los agricultores ingleses estaban dispuestos a pagar ocurrió en pocos meses y pronto fue evidente que el Estado había subvaluado el recurso. Aparecieron las voces críticas para señalar que Quirós estaba haciendo un negocio redondo a costa del Estado.
El Estado respondió a las críticas recibidas cancelando su contrato de arrendamiento en 1842 para firmar con empresarios privados nacionales y extranjeros los contratos bajo la modalidad de la venta directa. Durante cinco años se celebraron distintos contratos de venta directa con peruanos como el propio Francisco Quirós y firmas comerciales extranjeras como la inglesa de Anthony Gibbs. En estos años se exportaron alrededor de 300 mil toneladas de guano. El margen de ganancia para el estado fue de un 30% del valor de lo vendido. Si bien no representaba un ingreso importante, fue suficiente para que el Perú sea un país elegible para créditos y préstamos del exterior.
El Estado, a lo largo del periodo 1840 a 1875, siguió buscando obtener una proporción mayor del valor total del guano vendido y decidió cambiar de sistema de explotación por segunda vez. El sistema de venta que mayor tiempo permaneció activo (1847 a 1869) fue el de consignaciones. Este sistema era un acuerdo entre el Estado y empresarios peruanos como Francisco Quirós o Manuel Pardo y extranjeros como los británicos Gibbs o Grace. En este sistema se les otorgaba la explotación del guano durante un tiempo a cambio de un porcentaje que variaba entre el 35 y el 45 %. El consignatario se encargaba de todo el proceso de explotación, exportación y venta del guano. El Estado recibía una porción del ingreso líquido después de producida la venta. El problema era que el Estado necesitaba efectivo y no podía esperar hasta el reparto de ingresos. Por esta razón los consignatarios se convirtieron en los mayores prestamistas del Estado cobrándole entre el 4 y 13% de interés.
Perú se convirtió en el primer exportador mundial de guano. Entre 1840 y 1880, el nivel de las exportaciones alcanzó los 11 millones de toneladas, que fueron vendidos en Europa y Norteamérica por un estimado de 750 millones de pesos. Los ingresos generados por la venta del guano se convirtieron en la principal fuente de ingresos fiscales, los cuales aumentaron considerablemente.
Entre 1845 y 1868, el Estado dispuso de abundantes recursos económicos gracias al guano. Fue un período de relativa prosperidad y mayor estabilidad política, especialmente durante los dos gobiernos de Ramón Castilla (1845-1851 y 1855-1862)
En 1847, Castilla introdujo el sistema de las consignaciones: el estado peruano encargaba a particulares la explotación del producto, a cambio de lo cual los empresarios consignatarios se quedaban con un porcentaje de las ganancias (5%).
Es sólo con la segunda elección de Ramón Castilla en 1854 que la República Peruana encuentra una relativa paz interior y puede organizar su vida política y económica. Castilla abolió definitivamente la esclavitud y la pena de muerte y estableció políticas de promoción de extracción y exportación de fertilizantes naturales (guano de islas) que inician una era de prosperidad en el país. Los primeros ferrocarriles y el alumbrado a gas llegan al Perú en este período. Durante un intermedio José Rufino Echenique fue presidente del Perú. Durante el segundo gobierno de Castilla se promulgaron las Constituciones de 1856 (Liberal) y la Constitución de 1860 (Conservadora) y reorganizaron los servicios postales y la carrera pública. En 1862, Castilla entregó el grueso las consignaciones a un grupo de empresarios peruanos. Gracias a esto, muchos empresarios se enriquecieron de una manera relativamente rápida.