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También hay montañas: el pico más alto del continente es el Kirkpatrick, a más de 4.000 metros de altura y libre de hielo permanente durante todo el año. No siempre es así. La Antártida está repleta de "nunataks", picos aislados que resaltan sobre el infinito manto de hielo blanco: las cordilleras que lo sustentan suelen quedar por debajo del casquete polar. Se les conoce como las "montañas fantasma".
La grandiosa profundidad del hielo antártico ha provocado que, hasta hace pocos años, supiéramos poco sobre su forma continental real. A finales de 2017 la British Antarctic Survey publicó la que, hasta la fecha, es la descripción topográfica y cartográfica más exacta de la Antártida: Bedmap2. Un mapa alucinante que se puede explorar aquí.
¿Qué nos cuenta? Que gran parte de su superficie, como la de Groenlandia, convive por debajo o a la misma altura que el nivel del mar. Si quisiéramos tomar como referencia un mapa meramente descriptivo (qué territorio quedaría por debajo de los océanos y cuál no), el resultado sería algo parecido a esto: un mar de erráticas islas.
Al igual que en Groenlandia, la historia de la Antártida post-deshielo sería más compleja. Contabilizando el crecimiento del nivel oceánico y compensando a nivel topográfico, el resultado sería muy similar a la hipotética forma que el continente tenía hace alrdedor de 35 millones de años, cuando la tempratura terrestre era demasiado elevada como para sostener las placas de hielo continentales.
Os presentamos ¿al futuro?
Pese a lo estimativo de las investigaciones, la cartografía nos permite acceder a una imagen más o menos exacta de la Antártida resultante tras el deshielo. Lo primero que llamaría la atención respecto al mapa actual sería el empequeñecimiento de las tierras occidentales: gran parte de ellas quedarían cubiertas de agua, esparciendo un sinfín de islas.
Es lógico, dado que la Antártida occidental depende en gran medida de gigantescas plataformas de hielo. La península antártica, uno de los elementos visuales más llamativos de nuestra imagen mental de la Antártida, quedaría definitivamente desgajada del resto del continente, mientras que el agua penetraría en grandes fiordos al sur y al este.
A grandes rasgos, la Antártida representaría un singular reverso a Groenlandia: las tierras altas y las grandes cordilleras quedarían encajadas en el centro del continente, más interior, mientras que las tierras más llanas y expuestas a las aguas oceánicas se esparcirían, sobre todo, por el sur. Un lienzo en cualquier caso inédito, dado que cobraría una vitalidad cromática (verde, marrón, amarillo) hasta ahora inimaginable.
Todo ello, claro, descontando el radical cambio geográfico que el derretimiento de los polos causaría en el resto del planeta. Un escenario poco alentador
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La grandiosa profundidad del hielo antártico ha provocado que, hasta hace pocos años, supiéramos poco sobre su forma continental real. Un mapa alucinante que se puede explorar aquí. Que gran parte de su superficie, como la de Groenlandia, convive por debajo o a la misma altura que el nivel del mar. Al igual que en Groenlandia, la historia de la Antártida post-deshielo sería más compleja.
Contabilizando el crecimiento del nivel oceánico y compensando a nivel topográfico, el resultado sería muy similar a la hipotética forma que el continente tenía hace alrdedor de 35 millones de años, cuando la tempratura terrestre era demasiado elevada como para sostener las placas de hielo continentales.
Os presentamos ¿al futuro?
Pese a lo estimativo de las investigaciones, la cartografía nos permite acceder a una imagen más o menos exacta de la Antártida resultante tras el deshielo. Es lógico, dado que la Antártida occidental depende en gran medida de gigantescas plataformas de hielo. La península antártica, uno de los elementos visuales más llamativos de nuestra imagen mental de la Antártida, quedaría definitivamente desgajada del resto del continente, mientras que el agua penetraría en grandes fiordos al sur y al este.
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