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El mundo está experimentando un cambio demográfico sin precedentes (1). Desde comienzos del siglo XX hasta la actualidad, la humanidad ha pasado de tener 2 000 millones de habitantes a más de 7 000. Se espera que esa cifra alcance los 10 000 millones de personas a finales del siglo XXI. Otros cambios sustanciales en la población tienen que ver con nuevos y diversos patrones de fecundidad (incluida la maternidad en la adolescencia), la mortalidad, la migración, la urbanización y el envejecimiento.
En este contexto, es fundamental describir las principales características y tendencias de la población de los países de las Américas, con el objetivo de identificar y analizar sus implicaciones en la salud. La importancia de la dinámica demográfica tiene una doble faceta. Por un lado, es una condición que acompaña ciertas problemáticas de la salud (por ejemplo, las dificultades para la prevención, el tratamiento y el control de las enfermedades transmisibles o no transmisibles en lugares de rápido y desmedido crecimiento poblacional). Por otro lado, es una fuente de oportunidades para resolver dichos obstáculos (como ocurre con las posibilidades de desarrollo asociadas al llamado bono demográfico).1
Para comprender los cambios en la población y su diferenciación regional resulta muy útil el concepto de transición demográfica. Este concepto describe el proceso de pasar de altos a bajos niveles de mortalidad primero, y de fecundidad después, que traen consecuencias para el crecimiento de la población y su estructura por sexo y edad. Esta evolución demográfica tuvo su expresión más clara a mediados del siglo XVIII, vinculada a las transformaciones económicas de la industrialización y la modernización de los países actualmente desarrollados (2). Específicamente, el cambio tuvo lugar en Europa, América del Norte y unas pocas zonas más en los siglos XIX y XX, y se inició en muchos países en desarrollo a mediados del siglo pasado (3).
Si bien es posible encontrar excepciones, el concepto de transición demográfica resulta práctico para analizar las tendencias poblacionales recientes y la proyección del tamaño futuro de la población (4,5). Aunque todos los países del mundo protagonizan este proceso, lo hacen a diferentes ritmos. En una formulación clásica, las etapas principales de la transición demográfica son cuatro: 1) incipiente (natalidad y mortalidad elevadas y relativamente estables, con crecimiento poblacional bajo); 2) moderada (mortalidad descendente, con natalidad estable o en aumento por la mejora en las condiciones de vida, con alto crecimiento poblacional); 3) plena (natalidad baja y mortalidad estable, con crecimiento poblacional bajo), y 4) avanzada o muy avanzada (cifras bajas de natalidad y mortalidad, con crecimiento poblacional bajo o nulo) (6).
En las Américas, la evolución de la transición demográfica se caracteriza por una clara expresión geográfica. En este sentido, históricamente ha sido notorio el diferente grado de avance entre los países de América del Norte respecto a la mayoría de países de América Latina y el Caribe (ALC). En 1950, la gran mayoría de los países del centro y sur del continente estaban por iniciar la transición demográfica, mientras que Canadá y Estados Unidos ya se encontraban en la etapa plena de dicho proceso.2 Sin embargo, en tan solo cuatro décadas la mitad de ALC alcanzó dicho estadio, y la mitad restante llegó a la etapa avanzada. En ese momento, eran pocos los países que no habían iniciado la transición (Bolivia y Haití), o que la comenzaban (Belice, Guatemala, Honduras y Nicaragua). En el 2010 estos mismos países estaban en la etapa plena de su transición demográfica, y el resto, en una fase avanzada o muy avanzada.
En los países de ALC, los indicadores de natalidad y mortalidad “se han modificado de manera distinta (más por efecto de la diseminación de los avances tecnológicos en el campo de la salud en general que por un desarrollo sostenido y equitativo), y en tiempos diferentes (de una manera más rápida que en los países más desarrollados y con cierta independencia de las crisis económicas, sociales y políticas por las que ha transitado el continente durante varias décadas)” (7). Debido a la profundidad y rapidez de las transformaciones poblacionales, los países de ALC tienden en la actualidad a la convergencia de su transición demográfica.