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Actualmente, cerca de 300 radioelementos artificiales han sido creados. Su utilización para fines diversos constituye una de las primeras aplicaciones pr ácticas de los fenómenos de
desintegración atómica.
Hoy se fabrican industrialmente radioelementos, más poderosos que el radio.
Su empleo en bioquímica ha prestado importantes servicios al estudio del metabolismo, pues la presencia de átomos radioactivos en una molécula permite seguir la evolución de esta molécula a través del organismo. En efecto, las radiaciones emitidas por los radioelementos pueden registrarse en una placa fotográfica u otro dispositivo especial, lo que permite localizar fácilmente a los átomos radioactivos. De este modo se ha verificado directamente la acumulación del yodo radioactivo en la glándula tiroide y del estroncio radioactivo en los huesos. Se pueden utilizar también isótopos no radioactivos como el
deuterio, que se dejan identificar con la misma facilidad.
En la terapéutica, los radioelementos desempeñarán sin duda un papel esencial en el tratamiento del cáncer. Se sabe que los dos métodos empleados en el tratamiento son la ablación quirúrgica y la irradiación por substancias radioactivas naturales. Los radioelementos artificiales podrán substitu ír a los radioelementos naturales y producir
efectos terapéuticos nuevos.
Además, la substancia radioactiva puede asimilarse por el organismo y actuar desde el interior de La célula enferma. Se ha sugerido por ejemplo el tratamiento de los tumores de la tiroide por el yodo radioactivo.
Existen otras aplicaciones interesantes de los radioelementos artificiales. Hemos señalado ya la asimilación por el organismo de isótopos poco comunes, como el deuterio, en el agua pesada. Hemos visto el ejemplo de los ratones pesados. Otros isótopos podrán
emplearse, y los resultados serán sin duda sorprendentes.
Señalamos también que los radioelementos introducidos al interior de la cédula, pueden provocar mutaciones de genes y determinar de esta manera la creación de nuevas especies animales o vegetales; pueden también provocar la multiplicación de los cromosomos y producir especies polipoidales, particularmente importantes para el
agricultor.
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