finalizar la historia
Había una niña negrita de esas que una vez que la conoces, es difícil que la puedas olvidar. Ella tenía unos rizos gruesos y tan negros como el azabache mismo. Ellos eran el recuerdo y el testimonio vivo de su historia y orígenes afro. Sus ojos morenos expresaban tal delicadeza y alegría que podía contagiarla a quien la rodeaba. Todos los días tanto sus padres como ella misma recibían elogios sobre lo hermosa que era, lo linda que lucía con sus rizos alborotados y sobre lo expresivos que sus ojos eran.
Con el paso del tiempo, todo empezó a cambiar y Negrita no entendía por qué ya la gente no le decía cosas bonitas como antes, sino todo lo contrario: “¿Por qué no te alisas?”, “¿Por qué no te vistes como las demás?”, “Has estudiado toda una carrera universitaria, pero así no luces para nada profesional”, “Tienes que comportarte, no puedes reírte de esa forma, ya no tienes cuatro años”.
Al principio pensó que todos esos comentarios y preguntas de reflexión venían como un balde de agua fría, pero que era para su bien, comodidad y desarrollo en la sociedad. Negrita pensó: “Ummm debo hacer lo que ellos me dicen. Debo comportarme y ser una persona seria y profesional”.
Por eso, un día Negrita buscó su maleta vieja, donde solía guardar sus secretos cuando era muy niña, ahí dejó sus rizos alborotados, sus curvas prominentes, todos sus rasgos fuertes y gruesos, sus ojos expresivos y, por último, pero fue lo que le dolió más, su risa contagiosa. Terminó por cerrar su maletita y le puso una etiqueta que parecía gritar: “Mis miedos”.
anacamilasuarez:
ayudaaaaaaa es para las 6
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que tenemos q hacer o qn q ayudarte después de leer
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