Por qué el narcotráfico ha sido una problemática difícil de solucionar en una sociedad como la nuestra?
Respuestas
Respuesta:
porque dañan nuestro pais y hasta puede causar la guerra
Respuesta:
No es la resistencia de un puñado de comandantes guerrilleros, jefes paramilitares y de capos
mafiosos, a renunciar a las ganancias del narcotráfico, lo que explica la imposibilidad de una
salida negociada al conflicto colombiano. Existen razones más de fondo que la simple
codicia, que impiden a los diversos actores del conflicto y a los representantes de los
diferentes grupos sociales proceder a negociar una transformación pacífica de la sociedad.
El narcotráfico, pese a constituir en un estricto sentido tan solo una actividad
económica ilícita, durante las últimas tres décadas ha influido en transformaciones
estructurales del orden social del país. Desde la forma de producir y de distribuir la riqueza
hasta el ejercicio del poder político y la conformación de las estructuras sociales, pasando por
la definición de las escalas de valores y comportamientos permitidos, han asimilado de una
manera u otra los efectos de la industria de la droga. Y las transformaciones del orden social
distan de tener una naturaleza simple y directa, donde unos pocos actores o grupos sociales
representan los intereses vinculados a los excedentes del narcotráfico mientras que su
contraparte abarca aquellos sectores reacios a aceptar su influencia. En un escenario con
tales características la firma de un acuerdo de paz dependería de concesiones jurídicas en
cuanto a penas y legalización de capitales a los primeros, a cambio de un desmonte de la
producción y tráfico de drogas. Y aquí sí sería solamente la codicia de unos cuantos mafiosos
y guerreros lo que explicaría la negativa a acogerse a un acuerdo de paz.
La realidad es más compleja y las repercusiones en el orden social de la industria del
narcotráfico rebasan una categorización tan trivial de sus efectos. En la práctica se encuentra
que el narcotráfico ha conformado órdenes sociales contradictorios entre si, e incluso
órdenes equivalentes divididos en facciones que se disputan a muerte la primacía de una
comunidad, región o un barrio marginal de una ciudad. Así, es posible encontrar ejemplos de
sociedades compuestas por grandes comerciantes y hacendados que acumulan capital desde
el narcotráfico que son antagónicas a los intereses de aquellas sociedades compuestas por
pequeños cultivadores de coca. Y es posible encontrar fricciones entre antiguas élites
políticas que apelaron a los recursos de la droga que ahora encuentran en riesgo su
hegemonía social porque narcotraficantes con poderosos ejércitos privados, como clase
emergente, les imponen un nuevo orden. Incluso, grandes jefes paramilitares con su
respectiva base social y soporte de empresarios de la droga se enfrentan en sangrientas
batallas y vendettas por redefinir los límites del control territorial de sus ejércitos. Se trata en
esencia de guerras entre facciones de iguales, atravesadas por órdenes políticos, económicos
y sociales equivalentes. En escenarios con tales características las negociaciones de paz están
lejos de ser el resultado de las voluntades de las partes, de hecho, no es claro cuales son las
partes, ni como se articulan con los actores de poder representativos en una eventual
negociación. Un actor con intenciones de alcanzar un acuerdo en el transcurso del proceso
puede perder todo su poder frente a una facción guerrerista, y ya no podría ofrecer una
transformación del orden social de su antiguo territorio bajo control. Incluso, la voluntad de
un actor puede ser insuficiente frente a las fuerzas sociales que sostienen un orden social
fundado en los excedentes de la producción y tráfico de drogas: el actor pacta su retiro del
conflicto pero la sociedad sigue igual con alguna forma de poder dominante similar a la
anterior.
Explicación: