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Respuesta:
La presencia de unos veinticinco millones de musulmanes en los veintiocho países de la Unión Europea está planteando hoy debate, polémica, miedo y hasta odio. Nunca antes habíamos presenciado este clima de sospechas mutuas entre musulmanes y el resto de las sociedades en Europa
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Porque el Islam, al igual que el cristianismo, es una religión muy fragmentada y extendida. El Islam no solo está dividido en Suníes, Chiíes, Ibadíes y otros grupos menores, sino que además está extendido por muchos países, donde sufrió la influencia de sus culturas propias. El Islam en Indonesia, por ejemplo, altamente influenciado por el budismo o el hinduismo, convertido pacíficamente y alejado de sus correligionarios, es en términos generales mucho más abierto y moderno que el Islam saudí, en el corazón del mundo islámico con una cultura guerrera marcada por la violencia. Del mismo modo, no todos los musulmanes viven su fe de la misma manera, o tienen las mismas ideas sobre el mundo. Muchos musulmanes creen que el estado debe ser dirigido por un califa y creen en el panarabismo (reunir todo en un solo país como en la Edad Media), mientras que otros creen en la libertad de cultos y en el humanismo occidental. Del mismo modo que no es lo mismo el cristianismo neopentecostal de un congoleño al catolicismo de un italiano, no es lo mismo el islam de un marroquí que el de un afgano. Sin embargo, la lejanía cultural con nosotros nos lleva a veces a meterlos en la misma bolsa y discriminarlos. Debemos entender que cada persona y comunidad es única y tratarlos con respeto