ESPERANZA
Había una vez un aldeano que vivía al lado de una carretera, donde vendía unas ricas hamburguesas. Permanecía tan ocupado atendiendo su negocio que no tenía tiempo para oír la radio, leer los periódicos o ver la televisión. Amaba su trabajo y, como el negocio mejoraba, compró un terreno más grande, colocó una valla que anunciaba su producto y las ventas crecían. Aumentó la adquisición de pan, carne y vegetales, y adquirió otro terreno para ampliar su negocio. Trabajó con tanta entrega que pudo enviar a su hijo para que estudiara ciencias económicas en la universidad.
Cuando el hijo se graduó y el negocio era absolutamente próspero y floreciente, el padre, algo cansado, le solicitó que le ayudara. Entonces el hijo le comentó: Padre, no escuchas la radio, no ves televisión y no lees los periódicos. Hay una grave crisis, no hay futuro y la situación no podía estar peor. Y el padre pensó: Mi hijo estudió en la universidad, vive bien informado y con seguridad sabe lo que dice. Entonces compró menos provisiones, quitó la valla anunciadora y, para reducir gastos, entregó el terreno que tenía en alquiler. Las ventas comenzaron a disminuir y fueron cayendo más y más cada día. En poco tiempo el padre le dijo a su hijo: Tenías razón, muchacho, verdaderamente estamos sufriendo una grave crisis. La más grande que había visto.
Hasta aquí la historia que tiene bastante semejanza con un fabuloso cuento de García Márquez en el que un pesimista vaticina una catástrofe en un pueblo y como la gente se deja llevar por esos presagios siniestros, poco a poco crece la marea del derrotismo y pasadas las horas los habitantes abandonan el pueblo mientras nuestro personaje comenta con sin igual frescura: Vieron, yo dije que algo muy grave iba a pasar en este pueblo.
Sin querer ocultar los graves problemas del país, uno de los más serios es el pesimismo que nos está asustando y paralizando. Estamos sufriendo los efectos negativos de un fenómeno llamado “profecía autocumplida”, analizado por el sicólogo Robert Merton en un estudio publicado en Estados Unidos en 1968. Por eso debemos cuidar la fe, fortalecer el entusiasmo y avivar la esperanza. Cuando mantenemos viva la esperanza, la esperanza nos mantiene vivos. Renovemos nuestra confianza en Dios, en lo que
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somos, en lo que podemos y en el país. Los que saben esperar nunca quedan defraudados.
Desarrolla:
1. ¿Cuál es el mensaje de la historia anterior?
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2. Identifica dos valores importantes que propone el autor, explícalos.
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3. Explica en qué consiste el fenómeno “profecía auto cumplida”
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4. Interprete el sentido de la frase “. Los que saben esperar nunca quedan defraudados”.
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5. Describe dos actitudes pesimistas que hayas observado en tu ambiente.
1—
2---
6. Explica en un párrafo bien elaborado de 5 renglones, de qué manera puedes contribuir a que tú y tu familia puedan alcanzar metas juntos.
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Había una vez un aldeano que vivía al lado de una carretera, donde vendía unas ricas hamburguesas. Permanecía tan ocupado atendiendo su negocio que no tenía tiempo para oír la radio, leer los periódicos o ver la televisión. Amaba su trabajo y, como el negocio mejoraba, compró un terreno más grande, colocó una valla que anunciaba su producto y las ventas crecían. Aumentó la adquisición de pan, carne y vegetales, y adquirió otro terreno para ampliar su negocio. Trabajó con tanta entrega que pudo enviar a su hijo para que estudiara ciencias económicas en la universidad.
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Por: Gonzalo Gallo González 23 de septiembre 1999 , 12:00 a. m.
Cuando el hijo se graduó y el negocio era absolutamente próspero y floreciente, el padre, algo cansado, le solicitó que le ayudara. Entonces el hijo le comentó: Padre, no escuchas la radio, no ves televisión y no lees los periódicos. Hay una grave crisis, no hay futuro y la situación no podía estar peor . Y el padre pensó: Mi hijo estudió en la universidad, vive bien informado y con seguridad sabe lo que dice . Entonces compró menos provisiones, quitó la valla anunciadora y, para reducir gastos, entregó el terreno que tenía en alquiler. La ventas comenzaron a disminuir y fueron cayendo más y más cada día. En poco tiempo el padre le dijo a su hijo: Tenías razón, muchacho, verdaderamente estamos sufriendo una grave crisis. La más grande que había visto .
Hasta aquí la historia que tiene bastante semejanzas con un fabuloso cuento de García Márquez en el que un pesimista vaticina una catástrofe en un pueblo y como la gente se deja llevar por esos presagios siniestros, poco a poco crece la marea del derrotismo y pasadas las horas los habitantes abandonan el pueblo mientras nuestro personaje comenta con sin igual frescura: Vieron, yo dije que algo muy grave iba a pasar en este pueblo .
Sin querer ocultar los graves problemas del país, uno de los mas serios es el pesimismo que nos está asustando y paralizando. Estamos sufriendo los efectos negativos de un fenómeno llamado profecía autocumplida , analizado por el sicólogo Robert Merton en un estudio publicado en Estados Unidos en 1968. Por eso debemos cuidar la fe, fortalecer el entusiasmo y avivar la esperanza. Cuando mantenemos viva la esperanza, la esperanza nos mantiene vivos. Renovemos nuestra confianza en Dios, en lo que somos, en lo que podemos y en el país. Los que saben esperar nunca quedan defraudados.
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