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Los problemas de la filosofía
Aristóteles (s. -IV) dijo que fue la admiración la que nos llevó a hacer las primeras indagaciones filosóficas. Lo que nos mueve a interrogarnos sobre qué son las cosas es la admiración, la curiosidad que sentimos ante todo aquello que nos rodea y ante las espectaculares manifestaciones de la Naturaleza. La curiosidad es un término que describe un conjunto de mecanismos psicológicos del comportamiento que tienen el efecto de impulsar a los seres vivos a investigar, para comprender y para adaptarnos al medio en que vivimos.
Lo que en un principio movió a los hombres a hacer las primeras indagaciones filosóficas fue, como lo es hoy, la admiración. Entre los objetos que admiraban y de que no podían dar razón, se aplicaron primero a los que estaban a su alcance; después avanzando paso a paso, quisieron explicar los más grandes fenómenos; por ejemplo, las diversas fases de la Luna, el curso del Sol y de los astros y, por último, la formación del Universo. ... Por consiguiente, si los primeros filósofos filosofaron para librarse de la ignorancia, es evidente que se consagraron a la ciencia para saber, y no por miras de utilidad. El hecho mismo lo prueba, puesto que casi todas las artes que tienen relación con las necesidades, con el bienestar y con los placeres de la vida, eran ya conocidas cuando se comenzaron las indagaciones y las explicaciones de este género. Es por tanto evidente, que ningún interés extraño nos mueve a hacer el estudio de la filosofía. (Aristóteles, Metafísica, I, p. 40)
Veamos este vídeo sobre los problemas de la filosofía.
La filosofía presocrática empezó interrogándose por el arjé o principio de todas las cosas y por las causas del movimiento: nacimiento, corrupción y cambio. También por cómo podemos conocer.
Sofistas y Sócrates filosofaron sobre cómo debemos comportarnos.
Para Platón, filosofar es admirarse ante los múltiples sentidos posibles de todo lo real y, sobrepasándolos, ir a la fuente de todos ellos: a la idea.
Para Aristóteles, la filosofía es la ciencia de los primeros principios y de las primeras causas de todas las cosas. Pretende explicar qué son las cosas y por qué son cómo son.
En el periodo helenístico-romano (ss –III al III), la filosofía se convierte en preocupación ética cuyo objetivo es ofrecer un modelo de vida, el del sabio, que busca la felicidad y la encuentra en la tranquilidad exterior y en la paz interior. La filosofía es el arte de la vida basado en principios elaborados por la razón humana.
Durante el Renacimiento (ss XV-XVI) la filosofía intenta de nuevo explicar la naturaleza, la historia y el hombre en virtud de sus propias leyes, sin recurrir a la voluntad de dios. Esto dio lugar a dos grandes núcleos temáticos. Por un lado, la preocupación antropológica: reflexiones sobre la naturaleza de la libertad, el origen del poder, la ley natural y la naturaleza de la sociedad. Y, por la otra, la preocupación por la naturaleza: la ciencia es el único medio adecuado para poder comprender la naturaleza.
En la Modernidad (ss XVII-XVIII) se produce una “giro crítico” en las concepciones de la filosofía. Esta será considerada, básicamente, como epistemología (o teoría del conocimiento) cuya tarea será la búsqueda y fundamentación de la verdad científica.
Para Kant (s. XVIII) las preguntas de la filosofía son: ¿qué puedo saber? ¿qué puedo hacer? ¿qué puedo esperar? ¿qué es el hombre?
El contenido de la filosofía en este sentido vulgar, da origen a las cuestiones siguientes: 1ª ¿Qué puedo yo saber? 2ª ¿Qué debo yo hacer? 3ª ¿Qué se necesita esperar? 4ª ¿Qué es el hombre? La metafísica contesta a la primera pregunta, la moral a la segunda, la religión a la tercera y la antropología a la cuarta. Pero en el fondo se podrían todas contestar, por la antropología, puesto que las tres primeras cuestiones se reducen a la última.
La filosofía por consiguiente, debe poder determinar: 1º Las fuentes del saber humano. 2º Los límites del uso posible y útil de toda ciencia. 3º Por último, los límites de la razón. La última cuestión es siempre la más difícil y la más importante; sin embargo, el filodoxo no se ocupa de ella. Introducción a la Lógica (1800)