Respuestas
Respuesta:
Según el Evangelio de Mateo, durante el proceso a Jesús los judíos pronunciaron una frase que, sin quererlo, marcó la historia y el destino del pueblo hebreo en su relación con los cristianos: “¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!” (Mt 27,25). Este grito fue interpretado a lo largo de los siglos como una maldición que el pueblo judío se echó sobre sí mismo, asumiendo la responsabilidad de la muerte de Jesús.
Desde entonces muchos citan ese versículo como prueba de que Dios ha rechazado a Israel; y peor aún, ha servido para justificar las atrocidades y persecuciones cometidas contra ese pueblo, como si tales sufrimientos fueran un castigo divino.
Hutton Gibson, padre del actor Mel Gibson, en su libro El enemigo aún está aquí (2003) escribió: “Cuando Poncio Pilato se negó a aceptar la responsabilidad de la muerte de Jesús, la culpa cayó en los judíos presentes; fue un crimen superior al pecado original y al de la torre de Babel; por eso el castigo se abatió sobre las futuras generaciones judías, que han sufrido muchos desastres como el holocausto, por la maldición que ellos se lanzaron sobre sus cabezas”. Con razón el teólogo inglés G. C. Montefiore llegó a escribir: “Ésa es una de las frases responsables de océanos de sangre humana, y de incesantes ríos de miseria y desolación”. Pero ¿por qué quedó registrada en el Evangelio?
Explicación: