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En el segundo semestre de 2012 el gobierno colombiano dirigido por el presidente Juan Manuel Santos (2010-2018) anunció públicamente el mantenimiento de conversaciones con las FARC-EP, y la intención de iniciar un proceso de negociación para encontrar la solución al conflicto armado.
Después de cuatro años de diálogos en La Habana, Cuba, el proceso se concretó mediante la redacción conjunta de un Acuerdo Final, el 24 de agosto de 2016: “Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción
Rafael Pardo en su libro "La historia de las guerras" señala de manera oportuna que Colombia lleva más de 50 años en conflicto y 22 años trabajando en procesos de paz. Este dato muchas veces es apreciado de forma lineal y obvia el hecho de que el proceso que se inició en 1982 ha tenido diferencias sustanciales de enfoque y de manejo con respecto al actual, que ha tomado en cuenta por primera vez las lecciones aprendidas de los, por lo menos 4, intentos anteriores de llegar a una paz negociada con las
En segundo lugar, se hizo evidente que en la medida en que se continuara luchando, el recrudecimiento del conflicto sería inminente, afectando cada vez más a la población civil, dejando más vulnerable a la sociedad, generando cada vez menos crecimiento y más violaciones de derechos humanos, más víctimas, etc.
Así como el presidente Santos comprendió que la guerra no se ganaba con el enfrentamiento armado, las FARC-EP entendieron que nunca conseguirían poder político por medio de las armas
Finalmente, no se puede desconocer el efecto que tuvo el gobierno Uribe en la confrontación con las FARC-EP. Por primera vez, había una percepción de superioridad de fuerzas del Ejército Nacional sobre la insurgencia. La profesionalización de las Fuerzas Militares logró balancear las fuerzas y aumentar la capacidad de respuesta del Estado frente al accionar de la guerrilla. Esa para muchos es la principal razón de que llegarán a la mesa de negociación.
Sin embargo, no se puede decir, como por ejemplo afirma Miguel Ángel Martínez en un documento para el Friedrich Ebert Stiftung, que las FARC-EP llegaron derrotadas al a mesa de negociación. Es cierto que el gobierno de Uribe ganó la recuperación de territorio, deslegitimó a las guerrillas frente a la sociedad civil y logró importantes golpes a los altos mandos de la guerrilla, que generaron una restructuración de la estrategia de la lucha armada y una vuelta a la lucha de guerrillas en vez de centrarse en la expansión y toma de control (ver “Seis tesis sobre la evolución reciente del conflicto armado en Colombia” de la Fundación Ideas para la Paz), pero lejos estábamos aún el país de la victoria absoluta por parte de las Fuerzas Armadas y de la desarticulación de las FARC-EP.
Es importante tener en cuenta, como se resalta continuamente por parte del Gobierno y de las mismas FARC-EP, que ésta organización no era la única alzada en armas, y por tanto la negociación con ellos no terminará con la violencia en el país: hay presencia todavía de la guerrilla del ELN, de estructuras paramilitares o, las llamadas BACRIM, el narcotráfico continua, y las desigualdades persisten. Es un caldo de cultivo para el surgimiento de nuevos conflictos.
El acuerdo con las FARC-EP es solo el primer paso dentro de un proceso de muy largo plazo para logar la estabilización de un país después de tantos años de guerra. Y con el contexto y presencia de otros grupos armados el centro de ese proceso, el punto de cuidado intensivo debe ser la implementación de los Acuerdos. Todavía no se ha logrado lo más difícil.
El proceso de Paz con las FARC-EP
Cuando Juan Manuel Santos llega a la presidencia en agosto de 2010, es informado de los avances que se han obtenido con las FARC-EP, y desde su posesión, anuncia diálogo no está cerrada con
En agosto de 2012, se hizo el anuncio público de que llevaban 6 meses manteniendo acercamientos exploratorios con las FARC-EP y que se había llegado al establecimiento de una hoja de ruta para el inicio de un proceso de conversaciones que iniciaría en Oslo, Noruega, pero que se desarrollaría en La Habana, Cuba. Los gobiernos de Cuba y Noruega actuarían como garantes, y Chile y Venezuela como observadores.
En octubre de 2012 iniciaron las conversaciones en Oslo, donde se llegó a la firma de la Agenda de Negociación y la constitución inicial de los equipos de negociación.