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La vida en familia de Jesús, José y María, en cuanto a lo exterior, no se diferencia mucho de cualquier otra familia pobre. José en su carpintería y María en sus quehaceres domésticos. Vida sencilla, con sus alegrías y sus penas.
José y María vivieron dedicados siempre a la educación de su Hijo. Le enseñaron a rezar y a conocer la Santa Biblia. Ellos, respetando el modo de ser y la misión que tenía que cumpir su Hijo, supieron educarle para que en todo fuera servidor de Dios y del prójimo.
Era la familia de un carpintero-albañil del interior del país. Saben del sufrimiento de los que salen en busca de trabajo. Supieron lo que es el hambre, la sed, el cansancio; la vida insegura, falta de trabajo y sin techo. Sufrieron en carne propia lo que es el desprecio.
Jesús, ya jovencito ayudaría en la carpintería, y más tarde, cuando murió José, tuvo que trabajar para alimentar a su mamá.
No pensemos que la Sagrada Familia era una familia sin problemas. Ellos, como nosotros, tuvieron toda clase de problemas. Pero supieron resolver sus problemas a base de diálogo, con mucho respeto y amor mutuo.
En aquella familia estuvo presente lo mejor que puede haber en una casa: el favor de Dios, su gracia y su palabra. El centro de aquella familia fue JESUS. Esto quiere decir que la presencia de Jesús no excluye los problemas. La familia ideal no es la familia donde no hay problemas, sino la que, teniendo a Dios como centro, está unida por un auténtico amor. Pues donde hay amor, allí está Dios.
Todo esto se simboliza en el extraño episodio del Niño cuando se quedó en el templo sin decir nada a sus padres. El Evangelio señala expresamente que ni María ni José comprendieron lo que el joven Jesús hizo y dijo en aquella ocasión, pero supieron respetarlo. Jesús puso la voluntad del Padre Dios por encima de las costumbres y la autoridad familiar de este mundo. Dios es el centro y la norma suprema de todo.
Pero Jesús volvió con ellos a su casa y siguió viviendo bajo la autoridad de sus padres. Y así fue adelantando en saber, en madurez y en favor ante Dios y los hombres.