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Respuesta:
que En cierta finca de cierto reino, vivía un granjero que tenía una oveja y un carnero. El hombre era muy perezoso y durante todo el verano se dedicó a no hacer nada echado bajo un árbol. Empezaron a balar con todas sus fuerzas «¡¡¡Beeeeeeeeeeee, beeeeeeeeeeeeee!!!», hasta que el granjero, harto de oírlos, cogió una vara con la intención de pegarles a los dos. Al ver el palo, oveja y carnero se pusieron a dar vueltas a toda velocidad dentro del cercado.
Antes de marcharse, la oveja se apoderó de una escopeta que tenía el dueño de la granja y el carnero se llevó un saco. Iban caminando juntos por el camino que conducía al bosque cuando, a un lado de la carretera, vieron una cabeza de lobo. El carnero la metió dentro del saco, se lo echó al hombro y los dos siguieron anda que te anda hasta que llegaron al bosque. Y se dirigieron corriendo hacia la fogata, donde se toparon con una manada de lobos que se estaba calentando junto al fuego.
Sin embargo, no habían contado con la astucia de la oveja. Pero fíjate bien y dame la cabeza de lobo viejo. El carnero hizo ver que buscaba dentro del saco y después de dar unas cuantas vueltas, le tendió a la oveja la misma cabeza. El carnero volvió a revolver dentro del saco y al cabo de un rato, le volvió a tender la única cabeza que había en él.
Los lobos la miraron asustados y con el pretexto de ir a buscar un poco de sal, salieron precipitadamente de allí, atropellándose unos a otros y pensando solo en salvar su pellejo. Hemos escapado de una oveja y de un carnero que llevaban un saco lleno de cabezas de lobo y ahora se preparaban para hacer caldo con la del jefe de la manada. La oveja y el carnero se os ofrecen en bandeja para que os los comáis y vosotros salís huyendo. Deshicieron el camino andado y cuando la oveja y el carnero vieron que regresaban, empezaron acorrer de aquí para allá, muy apurados.
La oveja trepó a un árbol y se las ingenió para acomodarse en la copa, pero el carnero, por mucho que lo intentó, no pudo trepar tan arriba y quedó colgando, de las patas delanteras, sobre una rama. Al llegar los lobos y el oso no vieron a ninguno de los dos. Así lo hicieron los lobos y el oso, sentado bajo el árbol en el que se escondían la oveja y el carnero, empezó a echar la buenaventura. El carnero aguantó todo lo que pudo pero, al final, se cayó.
Tal fue el susto del oso, que echó a correr como un loco sin mirar atrás y detrás de él, se marcharon todos los lobos. Bajó la oveja del árbol y ella y el carnero abandonaron el peligroso bosque.
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