Respuestas
En un encuentro de historiadores y biógrafos de la institución periodística el curioso de la diacronía literaria tiene mucho que aprender y algo que reflexionar. Todos los participantes en estas reuniones mantenemos un alto interés por el conocimiento del periodismo español del pasado siglo; algunos, con ejemplar dedicación de investigador plenamente dedicado al tema. La información que, en el curso de estas reuniones, se va allegando es, sin lugar a dudas, el primer excelente resultado de las mismas. A todos los aquí presentes -y a otros muchos colegas ausentes- nos conviene saber lo investigado hasta ahora sobre la historia del periodismo español del XIX y los trabajos en curso de realización. La catalogación pormenorizada de los fondos hemerográficos existentes, los estudios monográficos sobre determinadas publicaciones periódicas, los análisis de contenido de sectores homogéneos del universo periodístico, la utilización, en fin, de la prensa como un documento histórico son hoy prácticas habituales de los estudiosos de las ciencias sociales que los filólogos y los estudiosos de la literatura habían frecuentado desde principios del siglo1. La coincidencia de objetivos de filólogos e historiadores es absoluta tanto en el orden de la rigurosa información bibliográfica como en el estudio de fenómenos de circulación cultural. Repárese en el riquísimo material informativo que depara la prensa periódica a la hora de reconstruir datos biográficos de personajes históricos, o de elaborar cuadros descriptivos de actividades intelectuales, artísticas y culturales como son el desenvolvimiento de empresas editoriales, el desarrollo de actividades teatrales y espectáculos públicos o la reconstrucción de procesos de recepción crítica. El estricto fenómeno sociológico que suponen las mediaciones políticas, económicas y sociales en el curso de la producción y distribución de la prensa es también punto de coincidencia entre historiadores y estudiosos de los fenómenos literarios.
Ahora bien, el filólogo interesado en el estudio de las publicaciones periódicas observa que, en algunos aspectos sustantivos de su investigación, no son idénticos sus objetivos y sus métodos de trabajo a los de los historiadores, entendiendo este término en su sentido más lato. Las reflexiones metodológicas que algunos historiadores han esbozado sobre el tema que nos ocupa2 marcan netamente las diferencias de métodos y objetivos. Para el filólogo un texto periodístico individualizado puede tener entidad suficiente como objeto de investigación científica, mientras que para el historiador un elemento aislado del hecho periodístico difícilmente reúne las condiciones exigibles para convertirlo en tema de estricta investigación. En la raíz de esta diferencia subyace la disparidad de objetivos de unos y otros. Al historiador, al estudioso de las ciencias sociales le preocupa, por modo fundamental, el contenido de la información recogida en los textos periodísticos, el qué se dice en ellos; para el filólogo, para el curioso por los fenómenos literarios prevalece el interés por el cómo se dice, por la especificidad del texto considerado él solo como una red de relaciones intrínsecas de significación. Los escritos periodísticos aparecidos durante la Regencia de María Cristiana percuten hoy al lector por su valor informativo sobre un momento histórico anclado en un tiempo que ya es Historia; por contra los artículos políticos de Larra provocan en las sucesivas generaciones de jóvenes españoles una reacción de trágica simpatía gracias al fulgor expresivo que irradia de la palabra de un clásico moderno de la literatura española.
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