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Los arqueólogos Laura Gómez y Gonzalo Ruiz destacan la importancia de las piezas y la información que transmiten de unas épocas, la prehistoria y la protohistoria, sin apenas documentación
La cerámica como primera revolución industrial del hombre - Foto: Manuel Reino BerenguiLa cerámica como primera revolución industrial del hombre Foto: Manuel Reino Berengui
La importancia de la cerámica, clave en la economía y cultura talaverana desde el siglo XVI, va mucho más allá de la forma o la decoración de cada pieza. Se trata de la primera gran revolución industrial del ser humano, aún en la Prehistoria, según explica a La Tribuna la arqueóloga Laura Gómez, quien esta tarde protagonizará junto a Gonzalo Ruiz, catedrático de la Universidad Complutense y también arqueólogo, la ponencia ‘Las tradiciones cerámicas en la Meseta Sur: del Neolítico a la Edad del Hierro’, dentro del ciclo de conferencias ‘aTempora’ organizadas por la Asociación de Amigos del Museo de Cerámica Ruiz de Luna.
Los ponentes, miembros del Comité Científico de la sección prehistoria y protohistoria de ‘aTempora Talavera’, hablarán de la evolución de la cerámica desde el final de la prehistoria hasta la llegada de los romanos, y lo harán no solo de las tradiciones cerámicas y de las distintas culturas de esta parte de la historia en el territorio actual de Castilla-La Mancha, sino que también recordarán sus formas, tipologías y las técnicas utilizadas en su fabricación.
Y es que estas piezas guardan muchos más datos de lo que se ve a simple vista. «Nos están hablando de cómo son estas gentes del pasado que las fabricaron así como también las distintas redes de distribución, contactos, comercio que también nos muestran un poco el entorno, el medio ambiente en el que se desarrollaron estas culturas».
El control del fuego o la pirotecnología fue clave en la primera revolución industrial protagonizada por el hombre, ya que ayuda a transformar la materia y con ella la cerámica toma infinidad de formas y usos. De esta, se obtienen elementos plásticos y decorativos, pero también objetos rituales o con un marcado uso doméstico, como platos, ollas, cucharas... repertorio habitual en el año 3.000 a.C, en la edad del Bronce.
documentación y contexto. Ahí radica la importancia de estas piezas que conforman la primera sección de la exposición ‘aTémpora. 6.000 años de cerámica en Castilla-La Mancha’ en la iglesia de Santa Catalina, y el trabajo de los arqueólogos para su documentación en un contexto.
Según explica Laura Gómez, ex directora del Parque Arqueológico de Recópolis, en estas épocas sin escrituras ni crónicas que hablen de su forma de vida, son estas piezas las que ayudan «a reconstruir la historia, montar el puzzle de la vida de esas personas en función de los vestigios que nos llegan». Así, una determinada pieza puede ‘hablar’ de la época en que se fabricó, dónde, quiénes la dieron forma y hasta dónde pudo llegar. No solo eso, también habla de aspectos emocionales, «porque son el soporte de su plasticidad, de su arte, de su idiosincracia, creatividad» y restos inherentes a su propia cultura, ya que puede informar sobre la existencia de clanes o linajes.
El territorio de la actual Castilla-La Mancha cuenta con un «riquísimo patrimonio cultural y arqueológico», al ubicarse en el centro de la Península Ibérica y concentrar una «amalgama de culturas» como centro neurálgico de avances e influencias, la mayoría de ellas resumidas en los diferentes yacimientos arqueológicos de la región.
Gómez indica que, a diferencia de lo que se pensaba en un principio, los niveles de ocupación de la Meseta Sur se encuentran al mismo nivel que en los litorales con el agravante de ser el corazón de la Península. Muchas de estas piezas, auténticas obras de arte por su forma, diseño y por lo que transmiten sobre la época en la que vivieron, pueden disfrutarse hasta finales de enero en ‘aTempora Talavera’. Y mucho sobre su historia, esta tarde en el Centro Cultural El Salvador, a partir de las 19,30 horas.