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uelen oponerse, en un largo siglo XVII, un modelo español y un modelo francés. El modelo español se caracterizaría por la imbricación de lo político y lo religioso, manifiesta en la defensa militante de la catolicidad, y en una dimensión imperial de la que da buena cuenta la expresión consagrada de «monarquía compuesta», asociada a una práctica transaccional del poder. El modelo francés, por su parte, se señalaría por la distinción entre imperativos políticos y religiosos, así como el triunfo del absolutismo.
2Jean-Frédéric Schaub mostró hasta qué punto la lectura dicotómica que oponía un modelo a otro ocultaba las interacciones políticas y culturales entre las dos potencias1. Así, matizaba el contenido de dichos «modelos», difuminándose sus contornos. Podría añadirse que, si la noción de modelos suele surgir bajo la pluma de historiadores posteriores al Gran Siglo en una empresa saludable de comparación, esta noción rica en implicaciones no suscitó ninguna reflexión hasta hoy. Ahora bien, los contemporáneos empleaban otro vocabulario.
3La Mothe Le Vayer, al evocar la rivalidad entre las dos potencias, prefiere el término de «principio» al de «modelo»: «Mientras estas dos naciones sean principios políticos, deberán estar en perpetua y formal oposición»2. Para Le Vayer, la reflexión política no implica tanto un trabajo de «modelización» como la elaboración de ontologías de las naciones basadas en inmutables estereotipos. Intentar, sin precauciones, descubrir «modelos» en este tipo de discursos lleva a hacer del carácter inmutable del genio español así descrito la base de la permanencia de un modelo, conduciendo a ocultar la dimensión construida y coyuntural de tales ontologías. En efecto, las representaciones de España que ofrecen los actores franceses del siglo XVII se insertan en contextos políticos, sociales, culturales y económicos que moldean su significado y su alcance y pueden representarse como una oscilación permanente entre hispanofobia e hispanofilia, admiración y odio.
4Este artículo pretende poner a prueba el valor heurístico de la noción de modelo, analizando las representaciones de España que construyen los discursos franceses de 1659 a la muerte de Luis XIV, en el marco no de una rivalidad sino de un acercamiento entre las dos potencias. A partir de 1659, en plena transición hacia la preponderancia francesa, los discursos que evocan España abandonan el registro de la hostilidad para procurar captar la herencia y misión de la monarquía española, fenómeno concretado por la entrada de España en la Casa de Borbón. Esta captación del «modelo» español por Luis XIV no es tanto el paso de una hispanofobia a una hispanofilia, que siempre estuvieron imbricadas, como el desplazamiento de la noción de modelo. Al apropiarse Francia de los ideales de una Monarquía católica universal sustentados por una España decaída, intentando integrarla en el montaje institucional francés, «modelo» ya no equivale a «principio» y la confrontación entre los dos modelos ya no se piensa como una incompatibilidad que supone la aniquilación de uno por otro, sino, más bien, en Francia, como un reformismo. En segundo plano se revela la dimensión construida de la oposición de los dos modelos.
5Para llevar la encuesta a cabo, conviene explorar los textos franceses susceptibles de poner en obra esta captación del «modelo» español: los discursos relativos a los matrimonios recíprocos de 1659 y 1679, las oraciones fúnebres de las reinas francesas que nacieron españolas, la propaganda francesa de las guerras francoespañolas, las instrucciones a los embajadores de la corte de Felipe V y los panegíricos dirigidos a éste cuando sale para España. Comparando las representaciones de la monarquía española que ofrecen los textos franceses hispanófilos de 1659 a 1715, se estudiarán los contenidos que este pensamiento de la compatibilidad otorga a la monarquía española y sus fundamentos. Esta intervención no pretende tanto confrontar discursos y realidad, como entender cómo a través del estudio de las representaciones sucesivas de la monarquía española es posible imaginar un trabajo de modelización como factor de modernización, y no de integración o dominación.