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Explicación:
ierra se quedase sin energía? La III Guerra Mundial se quedaría corta
por Marcos Martínez en Innovación y ciencia / 24 de agosto de 2016

Las civilizaciones (y usamos el plural por si acaso hubiese alguna por ahí fuera) se clasifican en función de su consumo de energía según la escala de Kardashov. Tipo I, tipo II y tipo III, en función de si consumen los recursos de su estrella más cercana, de varias, o de una galaxia al completo. En esa escala, nosotros estamos empezando a ser del Tipo I gracias a las renovables.
Y es que desde hace un tiempo a esta parte estamos tomando conciencia del enorme consumo energético y las consecuencias para el planeta y para nosotros, y estamos cambiando poco a poco nuestras costumbres y tecnología para ser más eficientes mientras seguimos avanzando.
¿Consumimos cada vez más o cada vez menos?
En las noticias suelen aparecer dos hechos aparentemente contradictorios: cada vez consumimos más pero cada vez ahorramos más energía. Y ambas son ciertas. Por un lado, el Internet of Things y la hiperconexión del mundo están haciendo que todos nuestros dispositivos y electrodomésticos consuman energía de manera constante.
Pero, por otro, esta energía es cada vez menor para un mismo trabajo (un aumento de la eficiencia), y proviene de fuentes más y más limpias. Como resultado, el consumo por persona aumenta gradualmente pero perjudica menos al medio ambiente. Además, la población mundial parece tener un límite cercano a los 10.000 millones de habitantes a medida que la calidad de vida aumenta.

Fuente: iStock/Mike_Kiev
Al igual que con el consumo de energía, a medida que los países van alcanzando una calidad de vida se tiende a la sostenibilidad: su consumo torna hacia fuentes menos contaminantes y su índice de natalidad tiende a la unidad. Es muy posible que en varios siglos cada persona consuma el actual energético a un pequeño pueblo, y que esto esté en conjunción con la naturaleza.
La Edad de Piedra se acabó, pero aún quedan piedras
Cuando hace milenios la Edad de Piedra tocó a su fin, aún quedaban bastantes piedras en el mundo. Y lo mismo ocurría con las Edades de Bronce, Cobre y Hierro. Los materiales con los que trabaja la humanidad no cambian porque se hayan agotado, sino porque avanzamos tecnológicamente y descubrimos otros materiales y combustibles que usar.
Sin embargo, siempre parecen quedar unos treinta años para que se acabe el petróleo y empiece la Tercera Guerra Mundial, unos veinte para llegar a Marte y algo menos de diez para que los coches vuelen. Obviamente, información obsoleta e incompleta que quizá pudo haber sido cierta en algún punto de 1950, cuando las energías renovables no estaban sobre la mesa.