De qué manera se le puede cambiar el final al cuento de la bella y la bestia en el cual bella sea independiente y empoderada?
Respuestas
Respuesta:
Un final en el que la Bella después irse del castillo en vez de seguir con su síndrome de Estocolmo, que ella mate a la bestia y se quede con su castillo...
Respuesta:
Había una vez en un lejano pueblo de altos, frondosos y verdes árboles una joven que vivía con su padre. A la muchacha le encantaba jugar en aquellos árboles tan altos desde que era una niña, correr y pasear por los bosques y leer grandes historias de príncipes y princesas.
Todas esas cosas que tanto le gustaban no las solía compartir con nadie. El motivo era que cuando aquella niña comenzó a crecer, su pelo se le encrespó y se le puso de punta, la cara se le llenó de granitos y su cuerpo empezó a coger más kilos y músculos de lo que el resto de niñas acostumbraba para su edad. Su padre trató de hacerla cambiar y le insistía en que tenía que hacer algo si quería tener amigos y amigas. Cariñosamente le llamaba Bestia. A ella no le importaba mucho tener ese aspecto, pero su padre insistía una y otra vez: – Hija, tienes que hacer algo con tu aspecto, así tan fea no le vas a gustar a nadie.
– Pero papá, a mí me da igual. Todo eso no me impide hacer las cosas que más me gustan, así que voy a seguir siendo exactamente igual.
Pero Bestia llevaba mucho tiempo escuchando aquellos consejos y ya estaba muy cansada. No entendía por qué era tan importante para la gente y le entristecía pensar que era la única parte que la gente podía ver de ella.
A Bestia le encantaba salir con su caballo por el bosque: se sentía ella misma, era por fin libre y podía jugar y correr tranquilamente. Una de las cosas que más le gustaba era sentir la mirada del bosque sobre ella: era una sensación mágica… parecía que aquellos grandes árboles iban acompañándola en su paseo, como si le saludaran y sonrieran. Bestia pensaba lo maravilloso de esas plantas y seres que no la juzgaban por su aspecto. El bosque podía ver la persona que era ella.
Una tarde de invierno, Bestia estaba con su caballo por el bosque cuando algo ocurrió. El caballo de Bestia vio una serpiente, se asustó muchísimo y salió al galope por el bosque. Bestia comenzó a tener miedo porque se estaban alejando y empezaba a oscurecer. Mientras se agarraba fuerte a su montura para no caerse, le susurraba:
– Tranquilo chico, vamos no te alejes tanto, tranquilo…
El caballo fue recuperando la calma pero ya era tarde. No sabían dónde estaban y el sol se había escondido. Bestia seguía asustada pero reunió coraje para confiar en que todo saldría bien y quizá fue esa confianza lo que les ayudó, porque rápidamente divisaron un castillo a lo lejos que podría ser su salvación para esa noche.
Nunca había visto aquel lugar, era un castillo muy hermoso. Lo que Bestia no sabía es que la persona que habitaba aquel castillo era más hermosa aún.
Bestia llamó a la puerta y no podía creer lo que estaba viendo, era la persona más bella que jamás hubiera visto. Tenía los cabellos brillantes y del color del oro, un cuerpo fuerte, una cara hermosa y unos ojos radiantes. Precisamente aquellos ojos fueron lo que más llamó la atención de Bestia, ya que mostraban mucha más belleza que ninguna otra cosa. La joven, sintió de pronto que con mirarle a los ojos ya conocía a aquel chico con el que ni siquiera había hablado aún. Se puso tan nerviosa que no le salían las palabras:
– Vaya, qué raro, mi padre me regañaba por no ser presumida.
Aquel chico la interrumpió:
– No digas más, tranquila, esta noche la pasáis aquí.
Bestia no podía creer lo agradable que era aquel chico, tanto que no fue una sino muchas las noches y los días que pasaron juntos en aquel castillo. Montaban a caballo, corrían por el bosque y leían cuentos de príncipes y princesas.