Respuestas
Respuesta:En este momento
Si el mito está desgastado, la leyenda rota,
inútil incluso en el cuento del niño
desde que él ve bien, ellos ya no traen luces
a nuestros ojos: y si nuestro pasado se retira
y se vuela como el polvo a través del desierto,
sin conducir, en absoluto, a nuestro momento ahora,
instalándonos en este lugar y diciendo “Aquí
en ti continuaré” – entonces, ¿qué tipo
de vidas tenemos? ¿Podemos lograr revivir mitos
respirando en ellos? ¿Hay alguna cerilla
que devuelva el brillo a nuestros ojos?
Nos hemos retirado demasiado hacia el interior
de nuestras mentes, allí hemos hecho habitaciones con todas las puertas cerradas,
todas las ventanas cerradas. Ahí nos sentamos y nos abatimos
fuera el mito, reservado para las leyendas agradables;
apenas escuchamos a los niños gritar afuera.
Sólo conocemos una manera de amarnos a nosotros mismos,
hemos perdido el poder que nos dejaba perdidos.
¡Oh! deja que el viento sople de nuevo afuera
y que vengan el polvo y las voces de los niños.
Que vuelva cualquier cosa que no sea nosotros.
Los mitos son las memorias que hemos rechazado
y las leyendas necesitan la libertad de nuestras mentes.
Explicación: espero que te ayude
Respuesta:
Una sola carne
Y ahora yacen separados, cada uno en su cama,
él con su libro, la luz que lo acompaña hasta
el amanecer,
ella, como una niña, durmiendo con placidez,
soñando su infancia;
y todos los hombres en otro sitio, atentos,
como si esperaran una revelación:
el libro no leído que él sostiene,
los estáticos ojos de ella bajo las sombras.
A la intemperie, como los desechos anegados de una
pasión olvidada,
ambos se tienden lánguidos e impasibles.
Difícilmente volverán a tocarse
y si lo hacen es apenas como una confesión
de sentimientos que ya no tienen, o que poseen
en demasía.
La castidad los reclama, un porvenir
para el cual la totalidad de sus vidas fue sólo
una preparación.
Extrañamente solos, aunque también extrañamente
próximos,
el silencio es apenas una hebra
que sostienen sin tejer, y el tiempo,
liviano como una pluma, los acaricia con dulzura.
¿No lo han advertido?
Estoy hablando de mi padre y de mi madre,
cuyo fuego, ese que antaño me engendró, hoy yace enfriado.