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Explicación:
Este verbo lo podemos entender en dos sentidos: Fijarse en Jesús es mirarlo con detenimiento, estar atentos, caer en la cuenta de quién es aquel a quien miramos y perseverar sin distraernos. En nuestro caso se trata de aprovechar este tiempo de cuaresma para revivir nuestra conciencia interior de esa presencia de Cristo siempre eficaz y transformante de toda nuestra realidad. Él nos amó primero y se puso el primero en la entrega de la vida y, mirándonos, nos da la certeza de estar siempre en compañía de quien nos ama bien. Por eso santa Teresa nos insiste en que si mantenemos la mirada fija en Jesús todo se nos hará poco.
Pero también fijarse en Jesús puede entenderse en el sentido de afirmarse en Él, afianzarse en Él, enraizarse en Él como roca firme, cimentarse en Él como base y fundamento digno de toda confianza, como el amigo que nunca falla, que dice santa Teresa. Se trata de una mirada interior, en la certeza de la fe, que nos ayuda a reconocer que nuestra vida tiene tanta firmeza y seguridad cuanta confianza tenemos en este Cristo a quien Dios ha hecho para nosotros autor y consumador de nuestra fe (Hb 12, 1, 2); justicia y santidad en la verdad, y el único en quien tenemos la salvación (Hch 4, 12).