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La Laguna Iguak se caracterizó por su paisaje frío, una vez llena de coloridas flores y plantas, el agua comenzó a burbujear, como si estuviera hirviendo, y apareció una hermosa mujer esbelta de cabello largo y esbelto. Hay un niño de cinco años en su brazo derecho. Caminaron sobre el agua hasta la orilla. Son Bachué y su hijo, y vinieron a la tierra. Cuando los niños crecieron y se hicieron adultos, se casó con Bachué y tuvieron muchos hijos, porque por cada nacimiento tenía cuatro, cinco, seis y más. Primero se asentaron en la pradera y luego visitaron todo el Imperio Chibcha. Sus hijos están en todas partes. Enseña a sus hijos a tejer, construir chozas, amasar arcilla, cultivar y usar metal. Su esposo entrenó a los combatientes y les enseñó el valor de la vida.
Cuando Bachué pensó que la tierra era muy poblada, dispuso que todo regresara a la Laguna de Iguak. Acompañada por la multitud, regresó a donde lo había dejado, se tiró al agua con su esposo y desaparecieron. Después de un tiempo, Bachué y su esposo se convirtieron en una serpiente, que salió a la superficie y la atravesó frente a todos, dejando un mensaje de que estarían con ellos para siempre. La laguna de Iguak se convirtió en un lugar sagrado y allí se llevó a cabo una ceremonia para conmemorar a Bachu. La sociedad chibcha se rige por el matriarcado, por lo que se desconoce el nombre del marido. Las mujeres son responsables de transmitir tradiciones y costumbres a las generaciones futuras. Es considerada una diosa y también maestra, y le deben la organización cultural, las tradiciones y los valores.