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Desde el descubrimiento del ADN como portador de la información genética de la célula, los científicos se han dedicado incansablemente a descodificar letra a letra la secuencia del genoma humano y a desarrollar herramientas que permitan manipular y modificar el código genético. El primer genoma viral se secuenció entero en 1976 y, en los años transcurridos desde entonces, se ha descodificado un número creciente de genomas cada vez más complejos, un proceso que culminó con el primer borrador del genoma humano, publicado en 2001. Hoy, las personas pueden encargar test genéticos y averiguar cosas sobre sus antepasados y su vulnerabilidad a enfermedades mediante el envío de muestras de saliva por correo, y cada vez son más las empresas que hacen uso de enormes bases de datos procedentes de millones de individuos para dar pasos de gigante en el campo de la genómica humana.
Al mismo tiempo, las herramientas para construir moléculas sintéticas de ADN en el laboratorio se han expandido de manera considerable, empezando con la revolución del ADN recombinante en la década de 1970. En 2010, los investigadores del Verner Institute lograron crear la primera célula sintética fabricando un genoma bacteriano completo partiendo de cero, y desde entonces otros han construido cromosomas enteros —las estructuras celulares que contienen el ADN— en levadura.
Y, sin embargo, hasta muy recientemente, las herramientas para modificar el ADN, y para hacerlo directamente en células vivas estaban muy atrasadas, sobre todo para organismos más complejos, como plantas, animales y humanos. A la luz de nuestro creciente conocimiento de gran número de enfermedades asociadas con, o causadas por, mutaciones genéticas —la anemia drepanocítica, la enfermedad de Huntington o el alzhéimer, por nombrar solo unas cuantas— la herramienta de manipulación de ADN ideal permitiría reparar las mutaciones directamente en su origen. Pero el volumen y la complejidad de nuestro genoma, compuesto de 3.200 millones de letras de ADN aportadas por cada uno de los 23 pares de cromosomas que heredamos de nuestra madre y nuestro padre, condenaban el sueño de la edición genómica de precisión a un futuro distante. Hasta que llegó la tecnología CRISPR (siglas en inglés de «repeticiones palindrómicas cortas agrupadas y regularmente interespaciadas»).
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los científicos tienen la capacidad de manipular las células de maneras antes inimaginables gracias a una peculiar tecnología llamada CRISPR
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