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La ira es una emoción muy difícil de controlar partiendo de una base que todo ser humano debería tener derecho a saber y a ser consciente desde la infancia: el miedo.
No ser conscientes del miedo que arrastramos como individuos y como especie es la respuesta a la ira que emerge cuando un detonante externo dispara nuestro miedo. ¿Qué hace nuestra mente? Ocultar el miedo porque se siente vulnerable y proyectar con ira (dominación) la causa interna en el exterior, haciendo caer a la persona en una espiral de victimismo y de no responsabilidad sobre lo que piensa y siente. Es un retroalimento. Por eso es importante darse cuenta del miedo a nivel de emoción, tomar consciencia de él y observar como la ira trata de encubrirlo. Es conveniente mucho trabajo interno, pues la ira es espontánea, y tiende a generar mucho dolor emocional.