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RESPUESTA
Estoy de acuerdo con los dos, en una parte hay razón de que la religión y la ciencia son distintas maneras de describir la vida.
Explicación:
Dios necesitó siete días para concebir el agua y la tierra, el día y la noche,
animales y humanos. Una explicación suficiente, hasta que en 1859 Charles
Darwin publicó El origen de las especies. Darwin fue más allá de la biología de
la evolución: cambió por completo nuestra visión del mundo. La vida no fue
creada por un Dios organizador, sino por una «selección natural» no planificada.
Se trata de un asunto fundamental: ¿nuestros antepasados eran simios, o
provenimos de un pedazo de arcilla? Los textos bíblicos y la teoría de la
evolución darwinista no deben entenderse como principios antónimos. Pueden
ser considerados como distintos puntos de vista igualmente entendibles. La
Biblia describe la creación en un sentido lírico que representa la vida, mientras
que Darwin intentó describir la creación y la vida de modo científico. La ciencia
existe para explicar el mundo de la vida y su origen; la religión, la cultura y el
arte existen para entender el sentido de la vida. Por ello, religión y ciencia no
son enemigos, sino distintas maneras de describir la vida que no se anulan
mutuamente.