• Asignatura: Castellano
  • Autor: maariasaanchezz19
  • hace 3 años

Crees que es difícil vivir en un país extranjero!!!! Texto argumentativo por favooor necesito argumentos

Respuestas

Respuesta dada por: unicorniok031
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Respuesta:

emigrar influye muchísimo en tu experiencia.

Una persona que sea ya un/a adolescente o ya un adulto/a lo vivirá de una manera muy diferente de la de un niño. Estamos hablando de una persona que ya ha establecido prácticamente todos sus vínculos afectivos en un cierto país, que se ha criado íntegramente en una cultura en concreto y que probablemente sólo hable su lengua materna y una extranjera (que muchas veces no es la misma que del país al que se va).

En cambio, la experiencia suele ser muy diferente para un niño pequeño (o una niña). Normalmente un niño, aunque acostumbrado a una cierta rutina, una cultura, sus amigos, a hablar una lengua o lenguas es más “maleable”.

Me explico: Es igual de duro; pero un niño se adapta mucho más rápido. Dependiendo de la edad, pueden incluso aprender la lengua del país de acogida a un nivel nativo en meses. Dependiendo de la personalidad del niño, tardarán más o menos, pero acabarán teniendo amigos en los que puedan confiar. Seguramente en un año o dos la cultura “ajena” acabará siendo la suya, de cierta manera. En poco tiempo aprenden la lengua, se acostumbran a la gastronomía y se integran en la cultura (vaya, en la mayoría de casos). Les es más fácil “resetear” y empezar de cero. Incluso, si son bebés, puede que la “cultura ajena” se convierta en su propia.

En cambio un adulto ya tenía una vida entera construída en su país de origen, y “empezar de cero” es una tarea ardúamente difícil.

Yo cuando me vine a Cataluña tenía 7 años. Los primeros dos meses fueron muy duros. No entendía a mis compañeros de clase, y por eso no podía hacer clases con ellos (iba a las famosas clases de repaso para extranjeros). Me sentía aislada; la escuela era pequeña y yo era la única en esa clase. Después llegaba la hora del patio y como no sabía qué decir, simplemente “perseguía” a mis compañeros para jugar con ellos.

Me empeñé: Como una “posesa”, me llevaba los libros de catalán y español al recreo y el rato que no estaba jugando me lo pasaba estudiando. Decían que estaba loca (normal, ¿qué crío de 7 años prefiere estudiar a jugar?). Poca broma, al poco tiempo salió este rumor de “la niña nueva que se la pasa estudiando”. Había madres que se lo comentaban a mi madre, muy sorprendidas “tu hija siempre está con los libros, es flipante”. En casa me ponía a ver televisión española y catalana durante horas y apuntaba palabras que no entendía para llevárselas a mi profesora. A los dos meses de llegar ya era prácticamente fluente en español y catalán.

Comía esporádicamente en el comedor escolar y aunque alguna comida me parecía rara (la primera vez que vi un plato de lentejas me espanté, no tenía ni idea de lo que era - para quien no lo sepa, las lentejas casi no son consumidas en Portugal, incluso puede ser difícil encontrarlas en supermercados), la mayoría me gustaba.

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