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no porque no deveriam aserlo
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Desde hace algunos días se puso en la mesa de discusión el delicado tema de la discriminación en nuestro país, así como la permanencia del CONAPRED, organismo creado en 2003 responsable del diseño de políticas públicas que combatan la discriminación y la promoción del derecho a la no discriminación, principalmente.
El presidente López Obrador tiene razón al señalar que lo importante es que se realicen las tareas que contribuyan a prevenir y erradicar la discriminación más que sostener un aparato administrativo que, por sus modestos resultados, pocos conocen.
También hemos visto como en diversas latitudes se han presentado manifestaciones contra el racismo que se han expresado destruyendo símbolos y derribando estatuas que representan a personajes de la historia relacionados con el colonialismo, la esclavitud, el genocidio, el ataque y el abuso contra minorías.
La discriminación es un fenómeno social que vulnera la dignidad, los derechos humanos y las libertades fundamentales de las personas. Lamentablemente, a partir de la creciente polarización, la discriminación se ha venido convirtiendo en una práctica frecuente al dar un trato desfavorable o de desprecio inmerecido a determinada persona o grupo.
Hay sectores de la sociedad que son mutuamente descalificados, estigmatizados y, por tanto, discriminados cotidianamente desde el discurso oficial y desde medios de comunicación y redes sociales, situación que debilita peligrosamente la concordia entre los ciudadanos.
Las actitudes discriminatorias se encuentran en conflicto con los valores formalmente asumidos por las instituciones y por la sociedad en general, lamentablemente las expresiones y los juicios con un sentido descalificador hacia el otro, o que encierran una aversión a la diferencia política y económica son constantes y crecientes.
En este sentido, los mediadores consideramos que los líderes políticos y los medios de comunicación deben incorporar en sus mensajes un tratamiento adecuado de la diversidad de pensamiento y de esa forma propiciar la unidad nacional y el fortalecimiento de la concordia.
Es importante recordar que la discriminación social se basa en representaciones sociales impregnadas de prejuicios y estereotipos, muchas veces inventados, que la comunicación política y mediática contribuyen a difundir e incluso a amplificar. Existe una clara relación entre los discursos de líderes políticos y creadores de opinión con la difusión de los prejuicios y estereotipos constitutivos de las actitudes discriminatorias que también proliferan en las redes sociales. Todo ello revela una profunda y peligrosa polarización que, a su vez, está propiciando violencia.
Los sistemas de mediación han mostrado ser útiles porque ayudan a las partes enfrentadas a prevenir, gestionar y resolver sus conflictos, además de mejorar su comunicación y promover relaciones empáticas, modelando conductas de cooperación y confianza entre los mediados o partes. Sin embargo, aún quedan cuestiones por resolver en cuanto a la eficacia de los sistemas de mediación para intervenir en determinados entornos como los ocasionados por la discriminación sutil o encubierta y la discriminación selectiva.
La relación con quien o quienes son percibidos como diferentes es el núcleo crítico de un tipo de práctica que requiere de la intervención social que se denomina mediación intercultural y que es de utilidad para gestionar un conflicto o problema de discriminación.
En este escenario de polarización y discriminación, que es una encrucijada histórica social, la mediación intercultural aparece como una forma potencialmente útil de gestionar las relaciones sociales y políticas para gestionar los conflictos que, inevitablemente, el nuevo marco de convivencia genera. Sin duda, el tema de la convivencia en la diversidad es el centro mismo de la mediación. Se trata de una práctica emergente para erradicar o disminuir la discriminación.
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