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Si “la unión hace la fuerza”, como reza el dicho popular, está claro que la separación, la desunión y la confrontación hacen todo lo contrario: provocan debilidad. Esa es la consecuencia directa de los nacionalismos o, lo que es lo mismo, de los egoísmos territoriales.
Consecuencias: la discriminación y exclusión por parte de los que conforman y participan en este nacionalismo, a otras personas con ideales distintos, lleva a la violencia y a la guerra en muchos casos, ataques de género y hasta discriminación contra la mujer.
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