Adalina no era un hada normal. Nadie sabía por qué, pero no tenía
alas. Y eso que era la princesa, hija de la Gran Reina de las Hadas.
Como era tan pequeña como una flor, todo eran problemas y
dificultades. No sólo no podía volar, sino que apenas tenía poderes
mágicos, pues la magia de las hadas se esconde en sus delicadas alas de cristal. Así que desde muy pequeña dependió
de la ayuda de los demás para muchísimas cosas. Adalina creció dando las gracias, sonriendo y haciendo amigos, de
forma que todos los animalillos del bosque estaban encantados de ayudarla.
Pero cuando cumplió la edad en que debía convertirse en reina, muchas hadas dudaron que pudiera
ser una buena reina con tal discapacidad. Tanto protestaron y discutieron, que Adalina tuvo que
aceptar someterse a una prueba en la que tendría que demostrar a todas las maravillas que podía
hacer.
La pequeña hada se entristeció muchísimo. ¿Qué podría hacer, si apenas era mágica y ni siquiera
podía llegar muy lejos con sus cortas piernitas? Pero mientras Adalina trataba de imaginar algo que
pudiera sorprender al resto de las hadas, sentada sobre una piedra junto al río, la noticia se extendió
entre sus amigos los animales del bosque. Y al poco, cientos de animalillos estaban junto a ella,
dispuestos a ayudarla en lo que necesitara.
- Muchas gracias, amiguitos. Me siento mucho mejor con todos vosotros a mi lado- dijo con la más dulce de sus sonrisas-
pero no sé si podréis ayudarme.
- ¡Claro que sí! - respondió la ardilla- Dinos, ¿qué harías para sorprender a esas hadas tontorronas?
- Ufff.... si pudiera, me encantaría atrapar el primer rayo de sol, antes de que tocara la tierra, y guardarlo en una gota de
rocío, para que cuando hiciera falta, sirviera de linterna a todos los habitantes del bosque. O.… también me encantaría
pintar en el cielo un arco iris durante la noche, bajo la pálida luz de la luna, para que los seres nocturnos pudieran
contemplar su belleza... Pero como no tengo magia ni alas donde guardarla...
- ¡Pues la tendrás guardada en otro sitio! ¡Mira! -gritó ilusionada una vieja tortuga que volaba por los aires dejando un rastro
de color verde a su paso.
Era verdad. Al hablar Adalina de sus deseos más profundos, una ola de magia había invadido a sus amiguitos, que salieron
volando por los aires para crear el mágico arco iris, y para atrapar no uno, sino cientos de rayos de sol en finas gotas de
agua que llenaron el cielo de diminutas y brillantes lamparitas. Durante todo el día y la noche pudieron verse en el cielo
ardillas, ratones, ranas, pájaros y pececillos, llenándolo todo de luz y color, en un espectáculo jamás visto que hizo las
delicias de todos los habitantes del bosque.
Adalina fue aclamada como Reina de las Hadas, a pesar de que ni siquiera ella sabía aún de dónde había surgido una
magia tan poderosa. Y no fue hasta algún tiempo después que la joven reina comprendió que ella misma era la primera de
las Grandes Hadas, aquellas cuya magia no estaba guardada en sí mismas, sino entre todos sus verdaderos amigos.
Actividad 2.
Establecer un diálogo sobre las siguientes preguntas:
¿Qué enseñanza te deja el cuento?
¿Qué permitió el triunfo de Adalina?
Respuestas
Respuesta:
Que puedes lograr lo que te propongas y así lo quieres y por mas pequeño que seas puedes lograr cosas grandiosas y que debes de ser bueno y amable con los demás, así ellos te pueden ayudar.
Lo que permitió su triunfo fue que ella anhelaba eso y lo dijo con amor y logró hacer cosas increíbles, y gracias a eso demostró que si tenía poderes increíbles y ser una de las mas Grandes Hadas.
Respuesta:
Me enseña que aunque no sea como los demás, nosotros somos únicos y especiales tal y como somos y que debes de ser bueno y amable con los demás, así ellos te pueden ayudar y darte apoyo
Lo que permitió su triunfo fue que ella anhelaba eso y lo dijo con amor y logró hacer cosas increíbles, y gracias a eso demostró que si tenía poderes increíbles y ser una de las mas Grandes Hadas.
Me marcas como la mejor respuesta?