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Casi nadie se preocupaba por la naturaleza del daño causado por el iceberg, en particular porque la proa estaba escondida en el barro. Ahora, un equipo de científicos e ingenieros que han investigado este esqueleto naval, tiene una nueva respuesta sorprendente para el debate. Atravesando el barro con ondas de sonido, el equipo ha encontrado que el daño es sorprendentemente pequeño: una serie de seis pequeñas hendiduras a lo largo del casco a estribor del Titanic. El área del daño no supera el metro cuadrado. Lo que sentenció la nave a su triste final fue la ubicación de las seis heridas a lo largo de seis compartimientos a prueba de agua, dijeron los expertos. Si el daño hubiese tenido una secuencia diferente, se podría haber evitado el desastre que ocurrió en la noche del 14 de abril de 1912, en la calma un domingo con cielo despejado y un aire frío penetrante. El Titanic fue una víctima esa noche. Todo lo que hubiera podido suceder mal, sucedió , afirmó William Garzke, un arquitecto naval que ayudo al equipo en su análisis. Trabajando con simulaciones de computador del desastre y mediante un análisis metalúrgico de fragmentos de acero, el equipo trató de resolver la pregunta de cómo la nave se partió en dos y se desplomó hacia el fondo.