• Asignatura: Historia
  • Autor: Thebast
  • hace 3 años

1. ¿Qué papel jugó en la recuperación de USA la demanda de la creciente industria bélica europea?

Respuestas

Respuesta dada por: benjaminmedrano
1

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Respuesta dada por: braulio1185
2

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Stanley Fischer, en la Richard T. Ely Lecture titulada «Globalization and its Challenges» que pronunció en la reunión anual de la American Economic Association el 3 de enero de 2003, finalizó su intervención en defensa de la globalización con estas palabras: «La defensa del mercado y la globalización es la peor política económica, excepto todas las demás que han sido probadas» (Fischer 2003).

La globalización como fenómeno social y económico no es algo nuevo. Los historiadores suelen hablar de la primera globalización, situada en el tiempo entre 1870 y 1914, y la segunda globalización, que abarca desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta nuestros días (Williamson 2002). La primera globalización fracasó debido al estallido en 1914 de la contienda bélica en Europa. Frente al entusiasmo por el proceso de globalización, Keynes, quien observaba con admiración la creciente integración económica antes del estallido de la Primera Guerra Mundial y la consideraba como algo positivo y natural, hacía notar que «una persona de la época consideraba este estado del mundo —una economía crecientemente integrada— como normal, cierto, permanente, excepto en sus posibilidades de mejora, y cualquier desviación de esa tendencia como aberrante, escandalosa y evitable. Los proyectos y las políticas del militarismo y el imperialismo, de las rivalidades raciales o culturales, de los monopolios, restricciones y exclusiones, que desempeñaban el papel de serpientes en el paraíso, no eran más que distracciones en los periódicos, y parecían no ejercer influencia alguna en el curso ordinario de la vida económica y social, cuya internacionalización parecía completa en la práctica» (Keynes 1919, 9-10). En otras palabras, Keynes contemplaba con admiración la normalidad que rodeaba al proceso de integración económica internacional; pero, tras la Primera Guerra Mundial, se sorprendía de la escasa atención que los ciudadanos en general, y los políticos en particular, habían prestado durante los años anteriores a los posibles efectos que algunos fenómenos sociales emergentes podían tener sobre la globalización, hasta el punto de lograr detener ese proceso.

Hoy, casi un siglo después de las observaciones de Keynes, podemos preguntarnos por qué no fuimos capaces de prever el impacto de los desequilibrios financieros internacionales y el crecimiento de la deuda de las familias, así como por qué no fuimos capaces de anticipar que las bases sobre las que se aceleró el proceso de globalización durante las últimas dos décadas —en particular, el proceso de globalización financiera— tenían unos cimientos débiles que el colapso del sistema financiero podía llegar a socavar.

El 15 de mayo de 2009 Martin Wolf, associate editor y chief economics comentator del Financial Times, escribía un artículo en ese periódico titulado «Seeds of Its Own Destruction» (Wolf 2009). Wolf reflexionaba en él sobre la crisis financiera de 2007 y sus posibles efectos sobre las economías de mercado, las políticas económicas tradicionales y el proceso de globalización. Pocos años después de escribir uno de los libros más sólidos y celebrados en defensa de la globalización (Wolf 2004), Wolf escribía en el Financial Times que «otra ideología divina ha fracasado. Las hipótesis que dominaron las políticas y la política durante las últimas tres décadas parecen hoy tan obsoletas como el socialismo revolucionario… La combinación del colapso del sistema financiero con una profunda recesión cambiará el mundo, si no ocurre algo aún peor. La legitimidad del mercado se debilitará. La propia globalización puede fracasar». Y finalizaba señalando que «la integración de la economía global de la que prácticamente todo el mundo ahora depende puede ser reversible. La globalización es una elección».

Las reflexiones de Wolf suponen un contraste interesante con las observaciones de Keynes en 1919, o con la interpretación favorable que de la globalización han ofrecido, entre otros, el propio Wolf (2004) o Bhagwati (2004). La primera globalización fracasó a causa de un conjunto de políticas erróneas que condujeron a las naciones europeas hacia dos guerras mundiales. En cambio, la segunda globalización corre el riesgo de fracasar debido al colapso del sistema financiero internacional —deficientemente regulado—, que se ha desarrollado sobre los pilares del libre mercado, la desregulación y los libres flujos de capital entre países. La globalización no depende solamente del sistema financiero, pero éste actúa como el sistema nervioso de una economía moderna, por lo que una disfuncionalidad en el sistema financiero puede provocar el colapso de buena parte de la economía mundial, como hemos contemplado desde el verano de 2007.

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