• Asignatura: Castellano
  • Autor: samuelvargas0407
  • hace 3 años

ejemplos de esta afirmación la realidad no termina donde dicen los textos​

Respuestas

Respuesta dada por: gbetryhytr
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Respuesta:

 

1. Botella al mar para el dios de las palabras

Se trata del célebre discurso en el que García Márquez propuso  “jubilar la ortografía” para darle más vitalidad, expresividad fluidez a la lengua castellana. Lo pronunció el 7 de abril de 1997 en Zacatecas, México, durante el I Congreso Internacional de la Lengua.

 

Simplifiquemos la gramática antes de que la gramática termine por simplificarnos a nosotros. Humanicemos sus leyes, aprendamos de las lenguas indígenas a las que tanto debemos lo mucho que tienen todavía para enseñarnos y enriquecernos, asimilemos pronto y bien los neologismos técnicos y científicos antes de que se nos infiltren sin digerir, negociemos de buen corazón con los gerundios bárbaros, los qués endémicos, el dequeísmo parasitario, y devuélvamos al subjuntivo presente el esplendor de sus esdrújulas: váyamos en vez de vayamos, cántemos en vez de cantemos, o el armonioso muéramos en vez del siniestro muramos. Jubilemos la ortografía, terror del ser humano desde la cuna: enterremos las haches rupestres, firmemos un tratado de límites entre la ge y jota, y pongamos más uso de razón en los acentos escritos, que al fin y al cabo nadie ha de leer lagrima donde diga lágrima ni confundirá revólver con revolver. ¿Y qué de nuestra be de burro y nuestra ve de vaca, que los abuelos españoles nos trajeron como si fueran dos y siempre sobra una?

 

2. La conduerma de las palabras

Publicada en El País de España el 19 de mayo de 1981, esta columna debate sobre la lengua castellana y sus variaciones en los diversos países de Iberoamérica. Gabo parte de las expresiones “Conduerma”, “Cruda” y “Hacerse bolas” (escritas recientemente en su Crónica de una muerte anunciada) y luego desarrolla una reflexión en torno al español hablado en países como Colombia, México, Venezuela y España.

Los colombianos, que en los últimos tiempos hemos ganado tan mala fama en el mundo por tantas razones distintas, tenemos desde hace años la de hablar el castellano más puro. Dormimos en falsos laureles, pues en realidad hablamos por la calle una lengua muy bella, rica y útil, pero la que nos ha dado la fama no es ésa, sino la que recitan como loros nuestros académicos polvorientos y nuestros presidentes embalsamados. Para mí, el mejor idioma no es el más puro, sino el más vivo. Es decir: el más impuro. El de México me parece el más imaginativo, el más expresivo, el más flexible.

:)

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