Para los Pueblos Indígenas nuestras tierras, territorios y recursos, son elementos
fundamentales que permiten la continuidad histórica y la plenitud de la vida, la espiritualidad
y el desarrollo social, cultural, económico, político y humano, vinculado a nuestra
cosmovisión, la cual consiste en la relación profunda con la Madre Tierra. La institucionalidad
de los Pueblos Indígenas, expresada a través de las instituciones, autoridades ancestrales,
sistema de participación política y sistema jurídico propio, permiten la convivencia armónica,
la gestión y gobernanza territorial.
Uno de los grandes aportes que los Pueblos Indígenas hemos dado al conocimiento
occidental, es la concepción que tenemos de la Tierra, que para nosotros es la vida misma, es
nuestro hogar. Entendemos a la tierra no como una simple extensión de un territorio o como
una fuente de producción, sino como el conjunto de elementos que lo componen,
manifestando nuestro respeto hacia ello.
Por tal razón, no podemos hablar de elementos separados. “Para nosotros el mundo no es algo
que se pueda dividir en «casillitas», sino que es algo integral, con todos sus componentes, con
todo lo que existe en la naturaleza, con lo que produce en ella y en su relación con los
conocimientos. Nuestro mundo es una circunferencia, donde están los dioses, los sitios
sagrados, las grandes rocas, los grandes ríos, las montañas; donde están las plantas y los
animales, donde sale el sol, el rayo solar que preña la tierra para que ella pueda parir. Y ahí
está también el Indígena, haciendo parte de la naturaleza”, menciona Lorenzo Muelas
Hurtado, Indígena Guambiano del suroccidente de Colombia.
Bajo estos principios claramente establecidos, nosotros, el pueblo Kuna sabemos el papel que
nos corresponde, que es la defensa de la Madre Tierra. El ser humano vino a ella para cuidarla,
protegerla y sostenerla. Los mismos principios son usados también cuando se trata de consejos
a los hijos, con relación a la progenitora. Así, el hombre se constituye en hijo con una
obligación natural de defensa, cuidado, sostén y de no maltrato hacia nuestra morada. La
defensa de la Madre Tierra no surge únicamente de la utilidad temporal que ella pueda ofrecer
al hombre, sino que nace por una obligación y gratitud hacia ella.
Nuestros padres entienden a la Madre Tierra como la madre que nos acoge, envuelve y
humaniza. La vida de nuestros Pueblos Indígenas se refleja en la fuerza de la misma tierra. El
futuro de nuestros Pueblos Originarios, su utopía, su proyecto de vida, se enmarca desde la
maternidad de la tierra, desde el cuidado colectivo de la tierra, desde la sacralidad de la tierra.
Por eso, cuando se les niega el derecho a tener la Comarca, Reserva o Territorio, no se les
niega solamente la fuente de sus alimentos, sino la misma fuente de su ser, de su identidad, de
su historia, de su religión, de su derecho inalienable de ser Pueblo Kuna, Pueblo Emberá,
Pueblo Ngäbe, Pueblo Buglé, Pueblo Bribri, Pueblo Waunnan, Pueblo Naso.
La tierra como madre enmarca todo aquello que da al hombre su razón y su posibilidad de ser
persona, y no sólo le posibilita la alimentación. Según esta concepción, la perfección del
hombre, consecuentemente de un pueblo, solamente se da con la vitalidad que posee la Madre
Tierra y ella también abre el camino al alma después de la muerte. Y de ahí nos nace a los
Indígenas el trato filial a la misma tierra, a la selva, y un trato fraterno a los hijos de esa
Madre: los árboles y los animales.
Nuestros padres no pueden arrasar y destruir la selva, porque solamente en el equilibrio con la
tierra vamos a encontrar nuestro equilibrio como pueblo. Como Indígenas, no es posible
trabajar en una sola finca hasta cansarla; ella "necesita descansar" para luego rendir con
mucho más impulso. "La selva es nuestra gran nevera, nuestra gran ferretería, nuestro gran
mercado. Cuando tenemos hambre, sacamos de ahí la carne fresca; cuando no tenemos casa,
buscamos nuestros clavos, nuestros techos; cuando nos enfermamos, recurrimos a sus raíces, a
sus hojas. Por lo tanto, tenemos que custodiar nuestra nevera, defender nuestra farmacia,
nuestra ferretería. Así como al “Uaga” (no Indígena) no le gustaría que se llevarán su
refrigerador, porque tiene guardados ahí los alimentos para su familia, así tampoco nosotros
podemos permitir que nos vengan a robar nuestra nevera, nuestra farmacia, nuestro mercado",
comentaba sabiamente un líder sabio Kuna en una sesión de nuestro Congreso General Kuna.
Nuestra conciencia de Pueblos Indígenas, en relación con la Madre Tierra, es de hijos que
defienden a su madre y no de propietarios que quieren sacar más dinero de ella; esto se
contrapone a aquella que vive sobre ella, se sirve de ella y la puede vender al mejor postor
cuando quiera, porque de ella no recibe ni su historia, ni su identidad, ni mucho menos su ser
en y con el mundo.
alguien le saca resumen plisss es para hoy

Respuestas

Respuesta dada por: nicolle1512
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Para los Pueblos Indígenas nuestras tierras, territorios y recursos, son elementos fundamentales que permiten la continuidad histórica y la plenitud de la vida, la espiritualidad y el desarrollo social, cultural, económico, político y humano, vinculado a nuestra cosmovisión, la cual consiste en la relación profunda con la Madre Tierra. La institucionalidad de los Pueblos Indígenas, expresada a través de las instituciones, autoridades ancestrales, sistema de participación política y sistema jurídico propio, permiten la convivencia armónica, la gestión y gobernanza territorial. Uno de los grandes aportes que los Pueblos Indígenas hemos dado al conocimiento occidental, es la concepción que tenemos de la Tierra, que para nosotros es la vida misma, es nuestro hogar. Entendemos a la tierra no como una simple extensión de un territorio o como una fuente de producción, sino como el conjunto de elementos que lo componen, manifestando nuestro respeto hacia ello.

Bajo estos principios claramente establecidos, nosotros, el pueblo Kuna sabemos el papel que nos corresponde, que es la defensa de la Madre Tierra. La defensa de la Madre Tierra no surge únicamente de la utilidad temporal que ella pueda ofrecer al hombre, sino que nace por una obligación y gratitud hacia ella. Nuestros padres entienden a la Madre Tierra como la madre que nos acoge, envuelve y humaniza. La vida de nuestros Pueblos Indígenas se refleja en la fuerza de la misma tierra.

El futuro de nuestros Pueblos Originarios, su utopía, su proyecto de vida, se enmarca desde la maternidad de la tierra, desde el cuidado colectivo de la tierra, desde la sacralidad de la tierra. La tierra como madre enmarca todo aquello que da al hombre su razón y su posibilidad de ser persona, y no sólo le posibilita la alimentación. Tierra y ella también abre el camino al alma después de la muerte.



Nuestros padres no pueden arrasar y destruir la selva, porque solamente en el equilibrio con la tierra vamos a encontrar nuestro equilibrio como pueblo. " "La selva es nuestra gran nevera, nuestra gran ferretería, nuestro gran mercado. Por lo tanto, tenemos que custodiar nuestra nevera, defender nuestra farmacia, nuestra ferretería. " Así como al "Uaga" no le gustaría que se llevarán su refrigerador, porque tiene guardados ahí los alimentos para su familia, así tampoco nosotros podemos permitir que nos vengan a robar nuestra nevera, nuestra farmacia, nuestro mercado", comentaba sabiamente un líder sabio Kuna en una sesión de nuestro Congreso General Kuna.
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