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No es necesario hablar de filosofía para hacer filosofía. Es más, puede suceder que hablando de ella se disimule que se ha escurrido como el agua entre los dedos, y en su lugar ha aparecido la historia, la ideología o la cháchara. Ello puede ocurrir porque el asunto de la filosofía no es la filosofía; ella no se constituye respecto de un objeto –su objeto es cualquier cosa–, sino respecto de un modo de preguntar y de considerar las cosas, respecto de una actitud de vida y respecto de un amor y una
pasión. Para fortuna nuestra, esta noble disciplina no se escurre del pensamiento que expone Carlos Peña tanto en el encuentro que recogen estas páginas como en su reciente libro Por qué importa la filosofía (2018). El autor habla filosóficamente de la filosofía, ayudado seguramente por el entrenamiento de años en los que se ha caracterizado por aplicar un enfoque filosófico a sus análisis de los sucesos de interés público en los distintos medios. En las palabras que siguen, tengo en cuenta tanto el libro como la exposición de su autor en este encuentro.
En mi opinión, estamos ante una reflexión lúcida y rigurosa, que escapa de los lugares comunes para defender la filosofía, con exquisito cuidado y respeto, de toda
instrumentalización y servicio a fines ajenos, que la destruirían. La argumentación se apoya en un rico aparato crítico. Desfilan en su composición importantes nombres
que vierte en un texto claro y bien escrito. Pienso que el libro podría ser una excelente introducción a la filosofía.
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